Encuadre
31 de marzo de 2025
T) Una nueva vida de investigación para la tecnología obsoleta. El radiotelescopio de Tulancingo
Con el impulso y apoyo de colegas de las universidades de Leeds y Oxford, Reino Unido, especialistas en investigación y tecnología de la UNAM están convirtiendo una antena de telecomunicaciones obsoleta en un radiotelescopio profesional.
Ubicada en Tulancingo, Hidalgo, la antena Tulancingo-I de treinta y dos metros, se construyó justo a tiempo para transmitir los Juegos Olímpicos de Verano de 1968 vía satélite al mundo, así como para introducir a México en el mundo moderno de las telecomunicaciones. Décadas después, con el avance de la tecnología electrónica y el desarrollo de la comunicación por fibra óptica, estas grandes antenas de telecomunicaciones fueron puestas fuera de servicio.
Con el apoyo financiero del Fondo Newton del Reino Unido, del gobierno del estado de Hidalgo y de la Coordinación de la Investigación Científica de la UNAM, se puso en marcha un proyecto de conversión para modernizar la infraestructura de la antena de acuerdo con las especificaciones mucho más exigentes de un radiotelescopio.
Con la asistencia técnica del Instituto Nacional de Astrofísica, Óptica y Electrónica de Puebla, del Observatorio Astronómico Nacional en San Pedro Mártir y de la Universidad de Oxford, investigadores e investigadoras de la UNAM ya superaron la etapa de “la primera luz”, es decir, la primera observación exitosa de un objeto astronómico. A lo largo de 2025 continuarán con diversas tareas y esperan que el telescopio se encuentre completamente funcional en 2026.
Los radiotelescopios de un solo plato de treinta y dos metros han sido utilizados por la comunidad radioastronómica desde la década de 1960. De hecho, Luis Rodríguez, pionero de la radioastronomía en México, realizó sus estudios de doctorado en la Universidad de Harvard en la década de 1970 utilizando un telescopio de plato sólo ligeramente más grande (treinta y siete metros) que la antena de Tulancingo.
Si los radioastrónomos han estado usando este tipo de telescopio por más de cincuenta años, queda la duda de si aún hay algo más por hacer. ¡La respuesta es un rotundo sí! Y aquí describimos tres de las posibilidades más importantes.
En primer lugar, hay un tipo de proyectos de investigación especializada en los que una alta sensibilidad y una gran resolución angular no son esenciales y, más bien, lo que es crítico es disponer de mucho tiempo de uso del telescopio con regularidad. Muchos radiotelescopios, como el Atacama Large Millimeter/submillimeter Array (ALMA) en Chile, están saturados porque los astrónomos solicitan hasta diez veces más horas de las disponibles para el uso del telescopio. En una situación así es imposible observar la misma fuente repetidamente, cada semana o cada dos semanas, durante varios años. El telescopio de Tulancingo es ideal para este tipo de proyectos. Un ejemplo es el fenómeno astronómico conocido como “máser de metanol”, en el que las moléculas de metanol cercanas a una estrella joven muestran una emisión muy intensa de forma parecida a un láser, pero en microondas, de ahí que se llamen máseres. Es bien sabido que la intensidad de los máseres puede variar, pero hace alrededor de quince años se descubrió que parte de la variabilidad de estos máseres es periódica y muestra llamaradas de emisión cada pocos cientos de días con una regularidad increíble. Aún se desconoce la causa de este comportamiento periódico, pero una posibilidad intrigante es que corresponda a la alineación de planetas alrededor de la joven estrella. Para determinar la periodicidad de estos máseres es necesario realizar observaciones de seguimiento de la misma fuente durante varios años. Este tipo de proyectos podrían llevarse a cabo en Tulancingo.
Una segunda aplicación del telescopio de treinta y dos metros es la docencia. Debido a que los radiotelescopios como el Gran Telescopio Milimétrico (GTM) y ALMA tienen tanta demanda por parte de los radioastrónomos, sólo los estudiantes muy avanzados llegan a tener tiempo ahí, lo que no significa que obtengan experiencia práctica ya que todos estos telescopios son operados por personal del observatorio. El telescopio de Tulancingo estará disponible para estudiantes desde el bachillerato hasta posgrados. Gracias a internet será posible para las y los estudiantes acceder al telescopio no sólo desde México, sino desde cualquier parte del mundo y controlar la antena para hacer observaciones astronómicas. Para estudiantes en México en etapas más avanzadas, la formación práctica en el lugar del telescopio en Tulancingo proporcionará una experiencia de aprendizaje mucho más enriquecedora que la disponible en otros lugares.
Por último, la aplicación que más destaca del telescopio es que se une a un conjunto internacional de radiotelescopios, particularmente en Europa. En estas redes, todas las antenas trabajan en conjunto para producir imágenes de una resolución angular increíblemente alta. Mediante una técnica llamada interferometría de muy larga base (VLBI), las señales recibidas en cada antena se suelen combinar días o semanas después de las observaciones para producir imágenes cuya resolución angular corresponde a la de una sola antena de diez mil kilómetros de diámetro. La capacidad de producir imágenes de tan alta resolución abre la posibilidad de estudiar muchos otros objetos astronómicos en absolutamente todo el universo conocido. La Red Europea de VLBI se beneficiaría enormemente con la inclusión de la antena de Tulancingo, ya que la separación geográfica de sus antenas con México es muy grande.
La conversión de la antena comenzó como una colaboración entre la UNAM y universidades británicas y pronto podría dar sus frutos proporcionando a México colaboraciones internacionales en varios continentes, conforme el telescopio de Tulancingo ocupe su lugar en la escena astronómica mundial.
Stan Kurtz es un astrónomo estadounidense. Estudió física en Spring Arbor College y obtuvo el doctorado en la Universidad de Wisconsin Madison. Es investigador en el Instituto de Radioastronomía y Astrofísica de la UNAM (IRyA) desde 1995. Sus investigaciones radioastronómicas apuntan hacia áreas relacionadas con la formación de estrellas. Es responsable del Laboratorio de Instrumentación Radioastronómica del IRyA.