Encuadre
31 de marzo de 2025
L) TEXTO INTRODUCTORIO / Observatorios astronómicos
Por: Omaira González Martín
Los observatorios astronómicos más antiguos fueron construidos hacia el 2300 AEC, como simples plataformas que permitían una visión despejada del cielo. El observatorio de Alejandría, creado en 300 AEC y que existió por más de quinientos años, estuvo ya entonces equipado con instrumentos para medir la posición de las estrellas. Pero la invención del telescopio data de 1608[Ui1] , cuando se construyeron diversos observatorios equipados con estos artefactos, como el Observatorio Nacional Francés (1667) o el Real Observatorio de Greenwich (1675), los cuales pueden ser considerados como los primeros observatorios de la astronomía moderna.
Los observatorios astronómicos en la actualidad son infraestructuras tecnológicas destinadas que contienen telescopios y otros instrumentos para realizar observaciones astronómicas. Los observatorios terrestres, construidos en la superficie del planeta, solemos situarlos en lugares elevados con poca contaminación lumínica, escasa humedad, falta de viento y cielos despejados. El crecimiento de las ciudades ha expulsado estas grandes infraestructuras hacia sitios alejados, justamente para garantizar estas condiciones. Tenemos un ejemplo de ello en la propia UNAM: el observatorio fundado en 1867 en instalaciones de la que pronto sería Escuela Nacional Preparatoria, tuvo que ser trasladado por el crecimiento de la ciudad, primero al Castillo de Chapultepec, en 1878, y después, en 1908, al Palacio del Arzobispado de Tacubaya, el Observatorio de Tacubaya, cerca de donde se encuentra hoy la estación Observatorio del Metro de la CDMX. Este éxodo de los observatorios se replicó por todo el mundo dejando sólo recuerdos históricos en las ciudades.
El desplazamiento de los observatorios a lugares oscuros no es suficiente por sí solo para obtener las observaciones astronómicas necesarias, pues queremos medir radiación electromagnética de todas las longitudes de onda (no sólo de la luz visible) para tener un conocimiento más completo de la fuente emisora. Sin embargo, la vida en la Tierra se sostiene porque nuestra atmósfera nos protege de una parte de esta radiación. Así, lo que es un beneficio para la existencia de la vida se convierte en un impedimento para hacer observaciones astronómicas en ciertos rangos del espectro electromagnético. Pero, como sabemos, la humanidad transforma las dificultades en retos. En este caso hemos desarrollado observatorios espaciales que consisten en infraestructuras que rotan en torno del Sol, fuera de nuestra propia atmósfera. Además, las observaciones desde el espacio no sufren de las distorsiones que ocasiona nuestra propia atmósfera, ofreciendo imágenes más nítidas aún usando telescopios de igual tamaño. Finalmente, un tipo de observatorio de características intermedias son los llamados observatorios aéreos, dispositivos como aviones o sondas que hacen observaciones a gran altitud, por encima de una parte de la atmósfera.
Los observatorios también se diferencian históricamente por el tipo de telescopios que utilizan, nocturnos, diurnos y radiotelescopios. Los nocturnos se utilizan solamente cuando el Sol no ilumina el cielo y tienen el propósito de estudiar otros astros. Los diurnos, por el contrario, están destinados justamente para el estudio del Sol, ejemplo de la estrella más cercana que tenemos. Las ondas de radio se capturan con enormes antenas como las que se emplean en las telecomunicaciones terrestres, conocidas como radiotelescopios. Además, la nueva era del conocimiento hace avances notables imponiendo la necesidad de nuevas técnicas de observación como, por ejemplo, la detección de ondas gravitacionales.
En las siguientes colaboraciones se detalla la infraestructura astronómica en la que la UNAM tiene una participación clave. Por supuesto, estas grandes y costosas infraestructuras modernas requieren de consorcios internacionales para su financiamiento y correcto funcionamiento. Esta necesidad, entre otras, convierte a la astronomía en una ciencia que se nutre de la colaboración internacional como única forma de garantizar el avance científico.
Omaira González Martín estudió física en la Universidad de la Laguna, España y obtuvo el doctorado en el Instituto de Astrofísica de Andalucía y la Universidad de Granada. Ha realizado estancias posdoctorales en la Universidad de Leicester, la Universidad de Creta y el Instituto de Astrofísica de Canarias. Es investigadora de la UNAM desde 2014. Sus investigaciones se enfocan en núcleos activos de galaxias, para lo que utiliza técnicas estadísticas avanzadas aplicadas a grandes colecciones de observaciones. En 2021 recibió el reconocimiento Distinción Universidad Nacional para Jóvenes Académicas en el área de ciencias exactas.