Experiencias   
30 de junio de 2022

Entre dos ciudades. Cómo tejer redes de apoyo

Por: Heidi Aldaco
Afinales de agosto de 2021, en medio de la tercera ola de coronavirus en México, viajé a Zaragoza, España, para realizar una estancia de investigación con el fin de terminar mi tesis y como parte de un programa de apoyo a la titulación para egresados. Con un sentimiento de pánico por la crisis sanitaria —doble cubrebocas, careta y exceso de gel antibacterial—, me encontré con una España completamente distinta: la mascarilla no era necesaria en lugares abiertos, los espacios universitarios poco a poco se llenaban de estudiantes, las playas recibían centenares de turistas europeos que aprovechaban lo último del verano, y las bulliciosas calles competían con los animados ambientes de los restaurantes y bares. Por primera vez sentí que, junto con la llegada del otoño, se aproximaba una pausa de la pandemia.

Me instalé en una habitación cerca del centro de Zaragoza; recorrí el barrio, la imponente Basílica del Pilar y caminé al lado del cauce del Ebro; también conocí la universidad, así como al Dr. Daniel Mesa, quien me iba a asesorar la tesis y con quien solo había tenido oportunidad de intercambiar correos. Nos tomamos un café, conversamos sobre los avances de mi proyecto, platicamos sobre las diferencias de las carreras en México y en Zaragoza y acordamos la forma de trabajo. También me mostró con detenimiento la Biblioteca de Humanidades María Moliner y me ayudó a obtener una credencial para préstamos domiciliarios.

A diferencia de una movilidad académica, el método de trabajo de la estancia (al menos en mi caso) no se rigió por horarios establecidos: no tenía clases ni debía asistir a la universidad cada semana obligatoriamente. El Dr. Mesa me comentó que continuara con la redacción de mi tesis por mi cuenta y que en cuanto tuviera avances se los enviara, y nos veríamos entonces para comentarlos. Esta forma de trabajo me daba más libertad y espacio para viajar por España, aunque también implicaba mucha responsabilidad, porque terminar la tesis solo dependía de mí, de la capacidad de organizar mi tiempo y de mi disciplina frente a la computadora. Por esta manera tan libre de trabajo y porque tenía una amiga catalana que había conocido en México cuando ella realizó su movilidad en la UNAM, decidí mudarme a Barcelona.

La distancia entre la capital de Cataluña y Zaragoza es corta: alrededor de trescientos kilómetros, lo cual se traduce en una hora y media de viaje en tren. Además, como apenas dos meses antes de mi llegada se había abierto una línea de tren económica que conectaba Madrid y Barcelona, con parada intermedia en Zaragoza, podía encontrar boletos desde siete u ocho euros si los compraba con tiempo. En Barcelona también tenía la oportunidad de quedarme en casa de mi amiga y, así, no sentirme tan sola en una ciudad nueva. El Dr. Mesa apoyó mi decisión y, en menos de una semana de haber pisado las tierras aragonesas, ya estaba instalada en Barcelona.

Había encontrado un buen modo de organizarme: desde las nueve de la mañana hasta las cuatro de la tarde, permanecía en algún espacio de la extensa red de bibliotecas públicas de Barcelona, leyendo para mi tesis y escribiendo las líneas del tercer capítulo, mientras que por las tardes y durante los fines de semana me dedicaba a recorrer la ciudad o buscaba algún paseo cercano, a unas cuantas horas de tren o avión: Gerona, Valencia, Sevilla, Madrid, el Valle de Boí. Cuando tenía que revisar bibliografía especializada o comentar mis avances con el Dr. Mesa, compraba boleto para el tren a Zaragoza y en un par de horas ya estaba sentada en la biblioteca.

Pese a no haber vivido en la misma ciudad de la institución receptora, no me perdí mucho de la vida universitaria. En una de mis visitas a Zaragoza, el Dr. Mesa me presentó a sus estudiantes de doctorado. Todas estaban trabajando temas de literatura latinoamericana que a mí también me interesaban. Una de ellas, incluso, estudiaba diarios de Alfonso Reyes y José Juan Tablada —escritores mexicanos a quienes conocía muy bien por las clases de la facultad— y tenía una afición por México y su cultura. Otra me platicó sobre su fascinación con la literatura fantástica argentina y me compartió un par de artículos fundamentales para mi tesis. Me alegró mucho poder trazar redes y amistades con colegas de otras latitudes.

No me parece exagerado afirmar que, sin el apoyo de mi tutor, no habría acabado la tesis tan rápido. Antes de la estancia y con las reuniones prohibidas por la pandemia en México, no sabía cómo estructurar el tercer capítulo; por supuesto que sabía el tema —lo había organizado en el proyecto de investigación—, pero no tenía idea de cómo partir, cómo concebir el orden. Estudié Lengua y Literaturas Hispánicas y, para titularme, elegí hacer una tesis sobre el doble o Doppelgänger en La invención de Morel de Adolfo Bioy Casares. Había terminado ya en México los dos primeros capítulos de mi tesis, pero decidí contactar al Dr. Mesa para la redacción del tercer apartado porque uno de sus libros, Extraños semejantes: el personaje artificial y el artefacto narrativo en la literatura hispanoamericana, me había servido como fuente bibliográfica de mi tesis y porque en su texto reflexionaba sobre cuestiones semejantes a las que planteé en mi tercer capítulo; no me equivoqué en la decisión.

Festividades populares y tradicionales en Barcelona

Dau Barcelona
Es una festividad dedicada a los juegos de mesa, incluyendo una rica oferta para niños y niñas. Lo organiza el Instituto de Cultura de Barcelona los días 20 y 21 de noviembre, y se lleva a cabo en las instalaciones de Fabra i Coats, aunque se extiende a otras zonas de la ciudad y a centros escolares (con información de webarcelona.net).

Las fiestas de La Mercè
La Mercè es la santa patrona de Barcelona, y sus festejos, alrededor del 24 de septiembre, se llevan a cabo por toda la ciudad. La fiesta incluye diversas actividades populares para todo púbico, entre ellas: la fiesta mayor, la cabalgata de La Mercè, el gran correfoc, el paseo de gigantes y enanos, bailes y danzas de toda Cataluña y mucho más. Son famosos sus pasacalles, que tienen su origen en las procesiones de fines de la Edad Media e inicio del Renacimiento.

Con información de webarcelona.net y barcelona.cat


Después de una lluvia de ideas y de pláticas en los patios de la universidad, pude acordar con el Dr. Daniel la estructura de mi capítulo; me sugirió nuevas perspectivas, lecturas e ideas para trabajar en mi texto. Para mí, esta experiencia fue nueva y valiosa porque en México, por el confinamiento, no había podido reunirme con mi asesor; no había hecho aún el intercambio de ideas tan enriquecedor para la producción de conocimiento. Además, no habría esperado nunca poder recibir la ayuda del autor de una de las fuentes de consulta principales de mi proyecto. Dialogar sobre mi tesis en Zaragoza auguraba —al menos así lo pensaba— que la crisis del coronavirus terminaría pronto.

Más allá del ámbito académico, la estancia me ayudó a acercarme a la cultura de Cataluña y a crecer en el aspecto personal. Desde enero del 2021, había comenzado a estudiar catalán en la universidad y vivir en Barcelona me permitió tener una experiencia inmersiva de la lengua. En la ciudad no solo pude caminar por los lugares turísticos —La Pedrera, la Casa Batlló, la iglesia de Santa María del Mar—, sino que también descubrí los lugares más secretos y recónditos: aquellos que pocos visitan, como el monasterio románico de Sant Pau del Camp, escondido entre los restaurantes internacionales del Raval, o la antigua fábrica textil de Fabra i Coats en el barrio de Sant Andreu, que ahora funciona como centro cultural. Además, sin haberlo planeado, tuve la oportunidad de vivir las fiestas de la Mercè, la patrona de la ciudad; los bailes de sardanas; los correfocs de las ferias de los barrios; los gigantes de los desfiles; los panellets; los dragones, y la profunda afición —que comparto— por los juegos de mesa en el Festival del Dau.

En el ámbito personal, no tuve miedo. En comparación con la movilidad que había realizado en 2019, cuando viajé por primera vez a Europa, en esta ocasión me sentí tranquila y segura. Ya había experimentado vivir sola en tierras europeas: ya se me había quemado el arroz, ya había perdido un tren, ya había descubierto que los supermercados no abren en domingo. También sabía ya de la seguridad de las ciudades y que, aunque fuese tarde, podría regresar segura a casa. La estancia me demostró lo que significaba sentirme libre de caminar por las calles sin ataduras ni temores. El idioma y las amistades, sin duda, también me hacían sentir comprendida y acompañada.

En el despacho donde colgaban dos postales obsequiadas por Aurora Bernárdez, me despedí del Dr. Mesa. Nos agradecimos mucho por haber colaborado juntos, dialogado y, tras una hora de plática, salí de la universidad. El 29 de noviembre de 2021 fue el último día que visité Zaragoza y, pese a no haber vivido ahí, sentía nostalgia por irme. Trataba de recordar cada instante: las escaleras interminables de la improvisada facultad, la parada de autobús, la entrada de la biblioteca, la colosal terminal de trenes. De alguna manera, había hecho míos esos breves recorridos zaragozanos entre la estación de Delicias, la biblioteca y la facultad. La nostalgia se acrecentó una semana más tarde cuando me despedí de Barcelona, de la estación del metro, de las losetas con flores y los atardeceres despejados; de las panaderías y las calles estrechas de Sant Andreu; de la playa y las iglesias góticas; de las multitudes del centro y las plazas silenciosas del barrio de Gràcia.

La pandemia nos ha arrebatado los encuentros universitarios, las bibliotecas, las aulas, pero me alienta que, dentro del caótico panorama, se reanuden espacios como este, para tejer puentes y redes de apoyo. Mi otoño inesperado, en medio de la crisis del COVID-19 y repartido entre dos ciudades, lo atesoraré siempre: me permitió terminar la tesis, acercarme a nuevas experiencias culturales y sentirme libre y segura en tierras extranjeras.
Heidi Aldaco estudió Lengua y Literaturas Hispánicas en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM.

Referencias
Ayuntament to Barcelona, Barcelona.cat versiones en español e inglés https://www.barcelona.cat/culturapopular/es/fiestas-y-tradiciones/fiestas-de-la-merce
https://www.barcelona.cat/culturapopular/en/festivals-and-traditions/festes-de-la-merce

WeBarcelona, webarcelona.net versiones en español e inglés https://www.webarcelona.net/es/eventos-barcelona/dau-barcelona-festival-del-juego
https://www.webarcelona.net/barcelona-events/dau-barcelona-games-festival
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