Encuadre   
30 de junio de 2022

Las lenguas originarias en México. Retos para el siglo xxi

Por: José Antonio Flores Farfán
Uno de los países cin mayor diversidad lingüística del mundo es México. Esto tiene su origen en la época prehispánica, en la que prevalecía un multilingüismo relativamente estable, vinculado a una estructura de dominación muy distinta a la que conocemos hoy en día dentro de la globalización. Como es consabido, el mal llamado “imperio azteca” logró imponer su dominio en grandes extensiones del territorio mesoamericano. Esto tiene que ver con una estructura de subordinación ligada al tributo que, siempre y cuando fuera entregado por las poblaciones al yugo mexica, podría mantenerlas en una relativa independencia lingüística y cultural, muchos de cuyos elementos incluso los propios mexicas se apropiaron de una manera directa para presentarlos como propios, como parte de su “auténtica” tradición cultural. Sin embargo, la política lingüística del Estado mexica no buscaba la homogeneización y subsecuente asimilación lingüística y cultural de las poblaciones que ocupaban su territorio, lo que sí sucedió desde la época de la Independencia, y se incrementó en la Revolución Mexicana (periodos en los que se perdieron muchas lenguas originarias) y hasta nuestros días.

Semejante situación de multilingüismo y multiculturalismo histórico mexicano ha dejado una huella indeleble en muchos ámbitos de la vida social y cultural de nuestro país. Aunque existen muchos tipos de español como el de Yucatán o el de Oaxaca, el que se habla en el Valle de México es la variante más reconocida como “español mexicano”, vinculada al español “estándar” en México, que ha tenido una señera y duradera influencia de la llamada por los misioneros españoles “lengua mexicana”, el náhuatl, que sus hablantes hasta hoy en día en muchas regiones llaman precisamente mexicano, entre otras denominaciones como nahuatlatohli, macehualcopa o macehualtlatohli.

Esto no solo se refiere a palabras aisladas del gran corpus léxico del español mexicano, sin duda lo que más lo distingue (así como al español madrileño la influencia de la lengua romaní o “gitana”), sino a la fisonomía total de la variedad mexicana del español, que lo convierte en un español muy diáfano, articulado y pleno. Aunque dista mucho de ser incorporado como un recurso educativo en las escuelas del país se trata de un recurso apto para la enseñanza del español en el ámbito internacional que ha pasado prácticamente inadvertido.

Hoy más que nunca las lenguas originarias en México y en el mundo se encuentran ante una serie de amenazas de todo tipo, ligadas desde luego a la herencia colonial que desafortunadamente pervive y se encuentra muy arraigada en muchos ámbitos de la sociedad mexicana, con expresiones lacerantes de racismo y discriminación. Si bien los efectos de la globalización, el monolingüismo de Estado y las subsecuentes fuerzas lingüicidas que ocupan amplios y vastos espacios de la vida pública en México han impactado muy negativamente la vitalidad y presencia de las lenguas originarias, también los propios pueblos han logrado encontrar estrategias de reivindicación y revitalización lingüística y cultural. En este sentido se plantea una serie de desafíos muy importantes en los que incluso la UNESCO ha declarado el decenio que comienza en 2022 como el Decenio Internacional de las Lenguas Indígenas, que acompaña la agenda de desarrollo sostenible impulsada por la ONU.

EL MULTILINGÜISMO MEXICANO: ENTRE EL SILENCIO Y LA REIVINDICACIÓN
Los datos duros con respecto a la gran diversidad lingüística mexicana nos hablan de uno de los países con mayor diversidad o superdiversidad lingüística en el mundo, colocándonos entre los países más diversos del planeta lingüísticamente hablando. El Instituto Nacional de Lenguas Indígenas reconoce once familias lingüísticas que tampoco son todas las que están ni están todas las que son, como reza el dicho popular. Dentro de las familias lingüísticas mexicanas reconocidas oficialmente, encontramos cuatro lenguas llamadas “aisladas”, el cmique itom (“seri”), el chontal de Oaxaca, el umbeyats (“huave”) y el purépecha (“tarasco”). Aisladas es una denominación un tanto peregrina: ninguna lengua se encuentra en una burbuja sin contacto con otras lenguas y, desde luego, con otras culturas y grupos sociolingüísticos. La denominación hace referencia a que estas lenguas no tienen un parentesco conocido y cada una en sí misma representa una familia lingüística (así como al euskera o “vasco” en España no se le conoce ninguna lengua relacionada).

Otra fuente que nos acerca a esta gran diversidad la constituye Ethnologue, Languages of the World, la cara académica del Instituto Lingüístico de Verano (SIL por sus siglas en inglés) que, a su vez, es el brazo intelectual de Wycliff Bible Translators, una organización global que se dedica a la traducción del Nuevo Testamento al mayor número posible de lenguas del mundo. Ethnologue sí reconoce más familias lingüísticas y en realidad está más apegado a la compleja diversidad lingüística mexicana, probablemente por su interés de traducir el Nuevo Testamento, sustentado en una ideología babélica, en contraposición a la ideología nacionalista del Estado mexicano que constriñe su perspectiva a lo que llama “lenguas nacionales”, refiriéndose a las lenguas originarias mexicanas.

Ello conlleva el hecho de excluir lenguas como el seminole, la única lengua criolla en el territorio nacional, fruto del éxodo de los mascogo, un grupo afrodescendiente que en su momento huyó de los EUA para asentarse en territorio mexicano, concretamente en Coahuila cerca de Nacimiento de los Kikapúes, otro grupo con una historia similar de migración forzada: huyeron de la esclavitud y de los trabajos forzados asociados, que todavía prevalecían a principios del siglo xix en los Estados Unidos, cuando ya había sido abolida en México. Sin embargo, solo es hasta hace muy recientemente (2012) que el Estado mexicano reconoce a la población mascogo, una población que logró pactar con el Estado mexicano un acuerdo en el que ellos lograrían contener los embates de los “apaches” y otras “tribus” en nuestra frontera norte. Representan en realidad un población cuya condición multilingüe emana de los distintos territorios que históricamente han ocupado y de las poblaciones diversas que los han conformado, incluyendo hablantes de lenguas de la diáspora africana del este, los creek, el español y el inglés.

Otra lengua y grupo que es aún menos reconocido por el Estado mexicano es el romaní (“gitano”), cuya población está totalmente invisibilizada, con reductos en lugares como el puerto de Veracruz y la Ciudad de México. Si añadimos las lenguas de origen indoeuropeo u oriental, el árabe o el hebreo, lenguas que remiten a identidades diferenciadas como marcadores de las fronteras étnicas que caracterizan a estos grupos, entre otros, nos daremos una idea del gran complejo multilingüe mexicano.

Esta pluralidad se multiplica si pensamos en la gran diversificación que han experimentado la mayoría de estas lenguas a lo largo de su historia, especialmente contemporánea. Alrededor del diez por ciento de la población mexicana habla una lengua originaria. Esto representa más de diez millones de personas, aun cuando los censos reconozcan menos, probablemente debido a fenómenos como la negación de los hablantes de su condición originaria, efecto de la herencia neocolonial que ha impuesto y sigue imponiendo tendencias muy fuertes de racismo, discriminación y exclusión hacia estos pueblos, y desde luego a las limitaciones del ejercicio censal.

Muy pocas lenguas originarias mantienen una relativa uniformidad lingüística, como el maya yucateco o el purépecha, que pueden considerarse una sola lengua sin mayor diversificación lingüística. En este sentido, con base en el criterio de inteligibilidad o comprensión mutua entre los hablantes y en contraposición a lo que suele afirmarse en las prospecciones oficiales que tienen al náhuatl como la lengua con mayor número de hablantes en el territorio nacional, es el maya yucateco la lengua con mayor número de hablantes dentro del concierto multilingüe mexicano, con alrededor de un millón de personas, es decir si consideramos que el náhuatl conforma un continuo de lenguas distintas, o continuo náhuatl.

Lenguas que tienen todavía cientos de miles de hablantes incluyen, desde luego, al náhuatl, con alrededor de un cuarto de millón de hablantes en las Huastecas y el resto disperso a lo largo y ancho del territorio nacional; un total de alrededor de un millón y medio de personas con distintos grados de intercomprensión. También con cientos de miles de hablantes están el tu’un savi o lengua de la lluvia, más comocido como “mixteco”, el diixazá o “zapoteco”, con más de doscientos mil hablantes cada uno, y con una acusada diversificación lingüística que permite hablar de lenguas distintas, es decir, de lenguas mixtecas o zapotecas, con decenas de lenguas cada una.

Las zonas con mayor diversidad lingüística en México se encuentran en los estados de Oaxaca, Yucatán, Chiapas, Veracruz y Guerrero. En contraposición, existen lenguas en México que no cuentan más que con un puñado de hablantes; ejemplos de ellas son las lenguas yumanas de la península de Baja California, cuyo caso extremo es el koahl —con solo una hablante de esta lengua que ha sido considerada una variante del kumiai— y que se encuentran críticamente amenazadas y requieren intervenciones revitalizadoras urgentes como la que se esboza a continuación.

EL PROYECTO DE REVITALIZACIÓN, MANTENIMIENTO Y DESARROLLO LINGÜISTICO Y CULTURAL (PRMDLC)
Este proyecto ha estado activo en México durante más de tres décadas. Basado en la idea de colaboración directa entre hablantes e investigadores, el PRMDLC realiza talleres colaborativos para fomentar un alto nivel de participación. Parte de la recuperación de la lengua y la cultura propias de los pueblos, produciendo materiales culturalmente apropiados, recreándolos en medios de prestigio como la televisión, donde los niños originarios rara vez ven sus lenguas. Un objetivo básico del PRMDLC es establecer un corpus (re)vitalizador con una colección de materiales impresos, audiovisuales y multimedia en lenguas originarias, entre otros elementos producidos y consumidos por los mismos hablantes y, al mismo tiempo, en busca de impactar a una audiencia más amplia.

El PRMDLC realiza talleres para incentivar y reforzar la revitalización permanente a través de actividades de desarrollo propio como juegos de lenguaje y música, trabajando desde la base social comunitaria. Los hablantes son acreditados como los primeros y principales (multi)autores de productos multimedia, incluyendo cuentos, adivinanzas y trabalenguas, libros, documentales, juegos y diferentes géneros musicales (por ejemplo, rap, rock, música jarocha). Así, se valora e incentiva la participación de los hablantes, dignificando sus lenguas y culturas.

Los talleres del PRMDLC están organizados de la siguiente manera: los participantes son convocados en eventos como las fiestas patronales locales, que son ocasiones favorables para reunir a muchas personas, incluidos los inmigrantes que se han mudado a las grandes ciudades o incluso a los EUA, y visitantes de otros pueblos locales. Los niños asisten a los talleres con sus hermanos, padres o abuelos, lo que fomenta los vínculos entre generaciones. Se invita a los niños a ver una película de animación: después, los campeones locales que conducen los talleres invitan a la audiencia a repetir un trabalenguas o preguntan si alguien conoce otra versión similar de los cuentos, con lo que se abre la participación espontánea de los niños e incluso otras dinámicas emergentes. Los participantes pueden expresarse libremente. En principio no hay límite de tiempo (las sesiones duran de dos a cinco horas), lo que permite un ambiente relajado, divergente de las típicas dinámicas escolares. Por ejemplo, se muestran adivinanzas animadas, un género que necesariamente involucra la participación activa de la audiencia. Esto motiva una fuerte participación de los niños, quienes sugieren diversas respuestas a las adivinanzas, no concebidas como “correctas” o “incorrectas” (por ejemplo, la respuesta a la adivinanza náhuatl Maaske mas tikwaalantok pero tikpiipiitsos (“No importa cuán enojado estés, lo besarás de una vez”, puede variar: desde una botella hasta un aatekoomatl, o “calabaza de agua potable”, e incluso otras respuestas emergentes.

Los acertijos, cuentos y trabalenguas son bastiones de retención lingüística y cultural; géneros poderosos que apelan a la interacción y al juego verbal, sin mencionar los trabalenguas —juegos de lenguaje culturalmente específicos— que estimulan la interacción y la continuidad cultural. De esta manera, el PRMDLC desarrolla un método de revitalización lingüística indirecta. Esto significa que la participación está abierta a la espontaneidad, no se fuerza, sino que se da en formas “naturales” y culturalmente sensibles. Estimula la transmisión intergeneracional de las lenguas en “peligro de extinción”. En este sentido, depende de los niños participar o no, en contraposición a las formas de participación propias de los contextos escolares, que funcionan como inhibidores de los saberes y lenguas originarias, y por lo tanto favorecen la asimilación.
José Antonio Flores Farfán es profesor investigador de tiempo completo de antropología y lingüística en el Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS) y coordinador del Acervo Digital de Lenguas Indígenas del Laboratorio Víctor Franco, de ese centro.

Materiales producidos por el Proyecto de Revitalización, Mantenimiento y Desarrollo Lingüístico y Cultural

Cortometrajes de animación
“Axolotl (Ajolote en náhuatl)”, en náhuatl (versiones en español, catalán e inglés disponibles en https://www.youtube.com/user/LabLenguasYCultura/videos). Dirigido por Cathy Edwards, Emily Howells y Sarah Whitehead; escrito y producido por José Antonio Flores Farfán y Cathy Edwards, CIESAS/CONACYT, 2008.

Axolotl - Ajolote en Nahuatl - YouTube.
“See Tosaasaanil, See Tosaasaanil, adivinanzas nahuas”. Dirigido por Jaime Cruz, producido por José A. Flores Farfán, CIESAS/CONACYT/Barlovento Films, s. f.

Adivinzanzas Nahuatl - YouTube
“Bóolador Ka’anal Waak (El cohete), adivinanzas mayas”. Dirigido por Jaime Cruz, producido por José A. Flores Farfán, CIESAS/CONACYT, s. f.

Adivinanzas Mayas - YouTube
“Las machincuepas del tlacuache” (tres episodios), sobre la presencia del náhuatl en el español de México. Dirigido por Jaime Cruz, producido por José A. Flores Farfán, CIESAS/CONACYT/SEP/Barlovento Films, 2004.

Las Machincuepas del Tlacuache 1/3 - YouTube

Videoclips musicales
Grupo Ná s Wí (Abuelo de Fuego), “Rap Mixe”, Canal 22/Radio Educación, s. f.

María Reyna, “Lluvia savi”, de Nadia López y Joaquín Garzón, s. f.

María Reyna, “Ganas de vivir”, de Felipe de la Cruz, Martiniano Pérez y Joaquín Garzón, s. f.

Martín Cabrera Posada El Mágico, “Nin Tlale can ne onitlakzak” (Estas tierras donde pisé), producción: José Antonio Flores Farfán, Canal 22/Radio Educación, s. f.

Ná s Wí con Natsiká, “Ka’an kue naá” (Hablan), producido por José Antonio Flores Farfán, Canal 22/Radio Educación, s. f.

Publicaciones
En el perfil del autor en la página del CIESAS en el portal academia.edu, se encuentran numerosas publicaciones digitales disponibles para descargar libremente.
https://ciesasdocencia.academia.edu/JoséAntonioFloresFarfán/Books
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