Experiencias   
30 de junio de 2022

Movilidad académica. Una perspectiva individual y social

Por: Laura Jimena Suárez Zúñiga
Una de las experiencias más enriquecedoras que he vivido fue el intercambio académico que realicé en la Facultad de Economía de la UNAM mientras cursaba mi pregrado en Colombia. Aunque sentía una gran convicción por emprender el intercambio, también estaba preocupada dado que era consciente de que todo mi entorno iba a cambiar y de que tendría que adaptarme a nuevas condiciones académicas y personales. Tres años después de haber vivido esta experiencia, hoy puedo compartir, con perspectiva, el impacto que la movilidad académica causa en la persona que lo realiza y en su entorno.

Para la construcción de una sociedad, primero se debe pensar en el individuo: cada uno de nosotros se forma para poder contribuir en su comunidad, y en esa formación son fundamentales lo académico y la inteligencia emocional. En un proceso de movilidad internacional estos dos aspectos se conjugan maravillosamente y retan a la persona en todos los ámbitos de su vida. Por una parte, en cuanto a lo académico, se abren las posibilidades de profundizar en las áreas de conocimiento que ofrece la universidad anfitriona, de compartir con estudiantes y docentes con otras perspectivas sobre las temáticas y de conocer un modelo de aprendizaje diferente, incluso con otro sistema de evaluación. En mi caso, pude profundizar en el área de las finanzas corporativas cursando varias asignaturas que ofrece la facultad y también tomé un curso de inglés y pude debatir puntos de vista con compañeros y docentes muy bien preparados.

Por otra parte, la inteligencia emocional también juega un papel importante, debido en gran parte a los retos que plantea la movilidad internacional, comenzando por tener que dejar a tu familia y a tus amigos y alejarte de tu país. Con el paso del tiempo es una situación que se va tornando más difícil, puesto que va creciendo un sentimiento de nostalgia que te hace extrañar hasta el detalle más pequeño (una lección insustituible porque ayuda a valorar a las personas y los momentos; a no dar todo por sentado en nuestras vidas; un aprendizaje que la mayoría de las personas obtiene cuando se pierde algo definitivamente). La movilidad impulsa la capacidad de adaptación, pues hay que afrontar situaciones desconocidas y, a medida que transcurre el tiempo, acogerlas en la cotidianidad; desde vivir en un nuevo espacio y aprender, por ejemplo, las rutas del transporte público, hasta relacionarse con nuevas personas, entre otras.

Otro tema importante es la cultura: se aprende de la forma de vida del país receptor y, sobre todo, a partir del diario vivir de las personas. Si contrastamos una experiencia de movilidad académica con un viaje turístico corto, veremos que se visitan lugares representativos, pero no se logra conocer realmente la esencia de la cultura puesto que esto es algo que requiere de tiempo y de un contacto directo y constante con la gente.

En mi experiencia, aunque en México se habla el mismo idioma que en Colombia, mi país, existen palabras con significados completamente diferentes. En la gastronomía, por ejemplo, fue fascinante probar otros sabores, conocer otras preparaciones y encontrar otras clases de productos en los supermercados. Además, mis compañeros fueron muy acogedores y me compartieron su cultura al tiempo que yo les pude enseñar de la mía; esto fue gratificante.

Por todo lo anterior los programas de movilidad internacional son tan valorados. Un intercambio académico crea a un profesional más integro, ya que adquiere conocimientos más amplios y, a la vez, una mayor inteligencia emocional al contar con empatía, capacidad de adaptación y autonomía, herramientas vitales en el día a día de cualquier egresado que quiera prestar un servicio a la comunidad, porque es una persona que va a emplearlas para enfrentar cualquier situación que se le presente y tomará mejores decisiones para su entorno.

A fin de cuentas, no solo resulta ganador el profesional al haber vivido una de las mejores experiencias de su vida; también gana una sociedad que cuenta con un individuo formado de esta manera.


MOVILIDAD ACADÉMICA E INTELIGENCIA EMOCIONAL
Un estudio publicado en el número 43 de la revista Última década, en el que se entrevista a jóvenes chilenos que han realizado intercambios académicos durante su adolescencia, indica que los programas de intercambio contribuyen a un conjunto de cambios positivos en el sujeto y que se aprecian en: una mayor valoración de la diversidad cultural, el aumento de la confianza en sí mismo, el desarrollo de pensamiento propio e independiente, mejores habilidades comunicacionales y de interacción social, y una mayor capacidad adaptativa frente a nuevas circunstancias y desafíos (Fiocch y Rojas, 2015: 207). Se hizo una serie de entrevistas a personas de diferentes generaciones (de 33 a 66 años de edad) que vivieron una experiencia de intercambio académico durante su adolescencia (antes de alcanzar la edad promedio en que los y las jóvenes ingresan a la universidad).

El estudio destaca la persistencia de cambios positivos en las actitudes y orientaciones ante diversas circunstancias planteadas en el transcurso del tiempo, el crecimiento y el desarrollo personal. El viaje de estudios en la adolescencia o juventud aporta a las personas elementos que fortalecen su desarrollo, especialmente aquellos orientados a la valoración de la diferencia y la interculturalidad, y a la posibilidad de afrontar retos con menos temores y más apertura a las oportunidades.

Otro estudio publicado en la Revista de la educación superior consistió en entrevistas similares, a estudiantes de universidades latinoamericanas que realizaron movilidad internacional, y se llegó a la conclusión de que “el aspecto que tuvo mayor significado en la experiencia de los participantes fue el contacto con otra cultura, y a nivel personal los jóvenes destacan la autonomía, la capacidad de adaptación y el trabajo en equipo” (Otero Gómez, Giraldo Pérez y Sánchez Leyva, 2019:71). En esta investigación se preguntó a dieciséis estudiantes sobre su experiencia y coincidieron en describirla en términos de: “crecimiento”, “increíble”, “enriquecedora”, “aprendizaje”, y “éxito”.
Laura Jimena Suárez Zúñiga es economista de la Universidad EAN y trabaja en finanzas corporativas.

Referencias
Fiocch, María Cecilia y Rojas, Hugo (2015). “La experiencia de intercambio estudiantil en el extranjero: análisis de las percepciones de chilenos que en su adolescencia participaron en programas de Youth for Understanding”. Última década, 43, pp. 207-233. https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=19544220008.

Otero Gómez, María; Giraldo Pérez, Wilson, y Sánchez Leyva, José Luis (2019). “La movilidad académica internacional: experiencias de los estudiantes en instituciones de educación superior de Colombia y México”. Revista de la educación superior, 48, pp. 71-92. http://resu.anuies.mx/ojs/index.php/resu/article/view/712/287.
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