Enfoque   
31 de octubre de 2022

Dieciséis años de voluntariado en la REPSA

Por: Ulises Torres y Genoveva Villalobos
Aunque el voluntariado se ha relacionado con la asistencia —dar apoyo o hacer alguna donación—, el concepto se ha modificado desde que se habla de cambio climático, donde surge el voluntariado ambiental que consiste en acciones de conservación en espacios en los que pueden intervenir la personas.

Desde que recibió la invitación a participar en la “adopción” de la Zona A2 de amortiguamiento de la Reserva Ecológica del Pedregal de San Ángel (REPSA), en 2007, la dirección de la Escuela Nacional de Trabajo Social (ENTS) de la UNAM integró un equipo de estudiantes y docentes para participar acciones de conservación en colaboración con el Instituto de Ciencias Aplicadas y Desarrollo.

El trabajo voluntario en la REPSA se hace por amor al espacio, por conservar ese color verde en primavera que cambia a tonos cafés en otoño. Las nuevas propuestas ambientales enfocan sus esfuerzos en vivir de manera equilibrada y en paz con el entorno, cuidando todo lo que compone la biodiversidad del ecosistema del Pedregal de San Ángel: respeto por el hábitat de numerosas especies, tanto vegetales como animales (factores bióticos) y por el agua, el suelo, el aire, la energía (factores abióticos); protegerla de los agentes externos que la ponen en peligro y evitar la sobreexplotación para que sea sustentable. Estas son las razones por las que aprendemos con los alumnos y alumnas a respetar y a cuidar todo lo que integra la reserva ecológica.

Durante estos dieciséis años se han desarrollado numerosas acciones para la conservación de la zona de amortiguamiento A2; entre ellas, un listado florístico de especies nativas e introducidas, un proyecto multidisciplinario de conservación, talleres de responsabilidad social y muchas acciones más.

Estas actividades han representado para los participantes voluntarios, momentos de tranquilidad y relajación. Dedicar seis horas a la semana y el primer sábado de cada mes al cuidado del área protegida simbolizan algo muy nuestro, estar con nosotros y con el ambiente; son una salida para buscar un momento con la naturaleza.
Ulises Torres es doctor en Ciencias por la Escuela Nacional de Trabajo Social, donde realiza labores académicas y de investigación en el área de Responsabilidad Social Universitaria, y colabora también en la DGECI.

Genoveva Villalobos es maestra en Ciencias por el Instituto de Ciencia Aplicadas y Tecnología (ICAT), UNAM. Realiza labores académicas y de investigación en el área de plantas medicinales.

Los autores desean agradecer el apoyo recibido de la Secretaría Técnica de la REPSA.
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