Entrevista   
31 de marzo de 2023

El español como herramienta de equidad e inclusión. Entrevista con Entrevista con Kristine M. Healy

Por: Claudia Muñoz Cano
“Con el español médico, tratamos de preparar a los estudiantes para vivir y trabajar en un mundo distinto, para abrazar los conceptos de diversidad, equidad e inclusión”, expresa Kristine M. Healy, profesora emérita de la Facultad de Medicina Feinberg de la Universidad Northwestern en Chicago, Estados Unidos. En entrevista narra su experiencia profesional y personal con el idioma español y detalla la importancia académica de la UNAM en este proyecto, en una ciudad en donde casi el treinta por ciento de la población se considera hispana, latina o latinx y nuestro idioma se ha convertido en herramienta fundamental para el desarrollo de profesiones dedicadas al servicio, sobre todo en el área médica.

Claudia Muñoz Cano: ¿Cómo inició su contacto con el idioma español?
Kristine M. Healy: Antes de empezar mi historia es importante saber que en Chicago la comunidad más grande dentro del treinta por ciento de los latinos se considera mexicana o de ascendencia mexicoamericana. Proporcionar a los futuros profesionales de la salud conocimientos lingüísticos para atender a esta población es de vital importancia. Colaborar con el profesorado de la UNAM y sus conexiones con México es, sin duda, de gran ayuda. Por eso valoro hoy lo que aprendí hace muchos años.

Estudié español durante cinco años a finales de los años sesenta. Fue la época del movimiento chicano, en su mayoría en California, y también de los movimientos por la justicia social, incluidos los de los derechos de los trabajadores agrícolas. Tuvimos la suerte de que, de vez en cuando, vinieran los líderes comunitarios de Texas o California cuyo primer idioma era el español.

Posteriormente decidí postularme como asistente médica para una escuela. Como conocía a la Unión de Campesinos y sus clínicas, me hice voluntaria en una ubicada en Salinas, California. Ahí comencé a traducir para los médicos que no hablaban español y para pacientes hispanohablantes.

CMC: ¿Cómo fue este primer encuentro con pacientes hispanohablantes?
KMH: Fue muy difícil. Mis habilidades lingüísticas, limitadas; mi vocabulario, también. No sabía mucho de medicina y no tenía conocimiento de lo que era ser agricultora, como mis pacientes. Al mismo tiempo, este salto de inmersión en el idioma inició mi verdadero aprendizaje en todos los sentidos al tratar de comunicarme con personas cuyo primer o único idioma era el español. Fui muy afortunada porque los mismos agricultores para quienes trabajaba me apoyaron mucho.

Había personas que tenían experiencias de trabajo desconocidas para mí, así que entender ese idioma, simplemente aprender sobre la vida de las personas, fue determinante para su atención médica. Traté de saber más sobre sus síntomas, antecedentes y familia. Ese trabajo en la clínica de Salinas me ayudó a convertirme en una hablante e intérprete más efectiva: en alguien que podía captar los matices de la lengua.

Después de obtener algunas experiencias clínicas adicionales, fui aceptada en la escuela de asistencia médica. Siempre quise trabajar en el área de salud comunitaria y sobre todo en atención primaria en medicina familiar. Quería utilizar mis habilidades lingüísticas para brindar algún servicio a las personas cuyo primer idioma era el español y encontré un puesto en el Departamento de Medicina Familiar del Hospital del condado de Cook, aquí en Chicago. Ese era el único departamento en ese momento que tenía clínicas en las comunidades. Estaba situado en un vecindario llamado Little Village o La Villita donde casi todos, salvo los médicos, eran de la comunidad mexicana, latina, estadounidense de origen mexicano. El español era el primer idioma de todos ellos. Integrantes del personal me ayudaron a comprender algunos de los aspectos culturales de la atención médica. Por suerte pude construir mi trabajo sobre mis propios cimientos profesionales y culturales y tuve excelentes maestros, no sólo mis colegas, sino también mis pacientes.

Con el tiempo me convertí en docente del Programa Médico Asociado. Trabajé en diversas áreas, siempre con pacientes hispanohablantes, específicamente en el Illinois Health Education Center que tenía fondos para impartir clases de español para profesionales de la salud.

Nos reuníamos con grupos de estudiantes de medicina, residentes y estudiantes del Programa Médico Asociado en una variedad de entornos. Un lugar especial fue la Biblioteca Rudy Lozano en Pilsen, Chicago. Ahí ayudamos a las personas a practicar su español, a aprender el vocabulario específico, a presentarse con los pacientes y lo más importante, a saber cuándo solicitar un intérprete.

Además de la enseñanza de idiomas, también incluimos lo que llamamos nuestro rincón cultural, visitando organizaciones comunitarias agrícolas y otros lugares para sumergirlos un poco en lo que había en Pilsen.

CMC: ¿Por qué es importante conocer la cultura y las prácticas de sus pacientes?
KMH: La literatura lo llama​​ atención centrada en el paciente, lo que significa entender quién es y cuáles son sus creencias. Si se tratara de una persona con ideas tradicionales sobre la salud podría decirme que usa una hierba o un tratamiento en particular con el que yo no esté familiarizada. Así que tendría que preguntar: ¿qué es eso?, ¿cómo lo usa?, ¿qué efectos espera que tenga? Ese es el tipo de preguntas que debemos hacer a todos nuestros pacientes, incluso si hablan inglés porque desearíamos abordar sus inquietudes y no solo proporcionarle nuestras impresiones. Por eso es importante poder conversar con ellos en su idioma. Algunos de estos principios se denominan​​ determinantes sociales de la salud e implican comprender quiénes son las personas, qué es relevante para ellas, quién es importante, cómo manejan sus vidas, cómo atienden sus problemas médicos y otros, más allá del tiempo que están en la clínica conmigo. Me gustaría entender mejor cómo les afectan ciertas cuestiones, qué hacen para cuidarse a sí mismos. Es muy difícil lograrlo si no se tiene una buena base en el idioma principal del paciente. Está claro que para un médico centrado en el paciente lo mejor es tener habilidades lingüísticas que permitan comprenderle mejor.

CMC: ¿Cómo transfirió toda esta experiencia a las aulas?
KMH: Los once años en el centro de salud me permitieron desarrollar mis habilidades lingüísticas. Incluso llegué a impartir clases prenatales, a dar soporte vital básico y a realizar otras actividades comunitarias, todas en español. Así se me abrieron las puertas a muchas otras formas de participar y de ayudar a satisfacer las necesidades de esa comunidad.

Antes de mi puesto actual era docente del Programa Médico Asociado en otras dos iniciativas en el área de Chicago que no incluían cursos de español. Al término de cada una invitaba a los estudiantes a la clínica para que observaran las interacciones con los pacientes. Animé especialmente a los estudiantes que tenían algún conocimiento de español, pero que no lo hablaban con fluidez. Me gusta pensar que esto sirvió tanto de introducción como de motivación para continuar mejorando sus conocimientos y habilidades en el idioma, y que es, además, una llave para encontrar empleo.

En el Programa Médico Asociado de Northwestern, el español médico era un curso obligatorio de primer año. Un día encontré que estaban reclutando voluntarios para que se hicieran pasar por pacientes de manera que los alumnos pudieran practicar su español. Me ofrecí a participar y en ese momento fue cuando nos pusimos en contacto con la UNAM. Desde entonces hemos estado muy agradecidos con esta gran institución por su atención a los requerimientos de nuestro plan de estudios, pero sobre todo a las necesidades de nuestros estudiantes.

CMC: ¿Cuál es su percepción sobre el impacto de la colaboración entre el Programa Médico Asociado de la Universidad Northwestern y la UNAM en el dominio del español de sus estudiantes?
KMH: Hay gente con distintos niveles de manejo del español. Así que mi expectativa para los estudiantes que realmente no tienen experiencia con el idioma es que vean el valor de aprender una herramienta que beneficie a sus pacientes.

Recogemos mucha información de nuestros estudiantes de segundo año. Llevan un registro de sus pacientes que incluye preguntas relacionadas con el idioma como: “¿Cuántos de mis pacientes hablaban español? ¿Qué fui capaz de hacer? ¿Contacté a un intérprete o no?”. Cuando revisamos estos datos, podemos ver el impacto de nuestro curso.

Si los estudiantes me preguntan cómo mejorar sus conocimientos lingüísticos, los invito a desarrollar interés y motivación y a buscar oportunidades para hablar y comprender; tomar clases adicionales o aprender directamente de sus pacientes y colegas bilingües.

Nuestro curso tiene una duración aproximada de catorce semanas con dos horas semanales. Los colegas de la UNAM evalúan los conocimientos de español de los estudiantes antes de asignarles grupo. Para muchos, nuestro curso es su primera introducción al idioma. Los niveles del curso se centran en la lengua y el vocabulario adecuados para ayudarles a estar preparados durante la interacción con pacientes hispanohablantes. Les ayudamos a desarrollar la conciencia cultural. Incluso los hablantes nativos de español o los hablantes por herencia pueden no haber estado expuestos al vocabulario médico o a la formalidad del lenguaje que el contexto médico requiere. En cada nivel, con la instrucción de los profesores de la UNAM, las y los estudiantes son capaces de construir y desarrollar poco a poco sus habilidades lingüísticas y culturales.

Debido a que tenemos estudiantes con una variedad de capacidades lingüísticas, también reconocemos que, especialmente para quienes están más avanzados o que pueden ser ellos mismos hablantes nativos, es importante exponerlos a personas que hablan español con otras herencias, por ejemplo sudamericanas, centroamericanas o del Caribe.

Otra ventaja de trabajar con la UNAM ha sido que a medida que hemos diversificado nuestra matrícula, nuestras necesidades de niveles de español médico han aumentado. Ahora tenemos grupos de nivel avanzado, lo cual es muy importante para nosotros porque en los últimos años hemos reclutado hablantes nativos de español de diferentes lugares, como Guatemala y Colombia; personas de ascendencia mexicoestadounidense que son de Chicago y un estudiante de España. La UNAM ha sido de gran ayuda por su profesorado con gran experiencia, que trabaja con nuestros estudiantes en estos distintos niveles. 

CMC: Teniendo en cuenta el pronóstico de que Estados Unidos de América será en 2060 el segundo país con más hispanohablantes en el mundo, ¿cómo ve el futuro de su profesión?
KMH: Estamos preparando a estudiantes de muchas herencias y experiencias para que sean cultural y lingüísticamente sensibles. Estamos maravillosamente satisfechos por el número de estudiantes de herencia latina, latinx, hispana que hay en nuestras aulas. Lo que es realmente importante es que las personas se conviertan en integrantes de profesiones que representen y cuiden la diversidad que existe en la ciudad de Chicago o en Estados Unidos en su conjunto.
Kristine M. Healy es profesora asistente emérita de Educación Médica en el Programa Médico Asociado de la Facultad de Medicina Feinberg de la Universidad Northwestern en Chicago, Estados Unidos. 

Claudia Muñoz Cano es jefa del Departamento de Español de la UNAM Chicago.
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