29 de septiembre de 2023

Editorial. Redes, asociaciones y consorcios universitarios

Por: Dr. Francisco Trigo
Hace más de un siglo, un amplio conjunto de intelectuales latinoamericanos confluía alrededor de flamantes ideas de la modernidad —como el derecho universal a la educación o la autonomía de las instituciones universitarias—. Las redes universitarias de reflexión y acción que comenzaron a movilizarse desde Córdoba, Argentina, no se detendrían hasta llegar a la Ciudad de México, con la participación de decenas de creadores y creadoras en fructífero diálogo sobre el derrotero que habrían de andar la ciencia, el arte y el conocimiento en el continente. Al nacer lo “latinoamericano” revistas como Amauta de José Carlos Mariátegui y Sur de Victoria Ocampo, articularon lo más progresista de la América hispana, llevando la influencia del muralismo mexicano hacia el sur y trayendo desde allá poesía como no se había leído antes. Para sintetizar este vasto conjunto de movimientos, la curadora Natalia Majluf tituló Redes de vanguardia a una histórica exposición que viajó de Lima a Madrid en 2019, en la que se pudieron ver los vínculos que establecieron entre sí los y las fundadoras de esta nueva visión que nacía en diálogo con la utopía vasconceliana de unidad continental.

Hoy no podríamos ya entender la labor universitaria sin el trabajo colaborativo, en red, entre instituciones e individuos. Este número de UNAM Internacional es una muestra representativa de esa realidad, particularmente de la manera en que, desde la UNAM, creamos y participamos en redes para proyectarnos hacia el mundo.

No hay duda de que la humanidad se encamina hacia un futuro global, estrechamente interconectado; ya lo es en gran medida el presente. Es innegable la importancia de la cooperación internacional y —como herramienta para alcanzar ese objetivo— de la creación de redes que articulen nuestra diversidad para potenciar nuestras capacidades y multiplicar nuestras posibilidades, especialmente en el ámbito educativo y en el de la investigación. El trabajo colaborativo ha ido adquiriendo importancia en todos los ámbitos, pues permite fomentar la innovación, ampliar el acceso al conocimiento en todas partes, mejorar las formas en que utilizamos recursos compartidos, fomentando con ello un cambio social y un aprendizaje continuo, lo que respalda la voluntad de avanzar hacia un futuro más prometedor y sostenible.

Sin embargo, la organización en red no sirve exclusivamente para alentar el intercambio de aquello que nos hace mejores; es también un mecanismo al alcance de fuerzas en contra, de poderes violentos. Las redes que se dedican al crimen, desde aquellas que lo hacen tras el anonimato en internet para traficar contenidos ilegales hasta los grandes y ominosos carteles del narcotráfico, lo saben quizás mejor que nadie. De ahí la necesidad de articularnos no solamente en lo técnico, sino también en lo ético: establecer redes que construyen, que aportan, que mejoran, que curan; formar consorcios y asociaciones que permitan sumar equitativamente nuestros esfuerzos coordinados con los de nuestros pares, y aliarnos para facilitar nuestro crecimiento, nuestro desarrollo y nuestro bienestar. Frente a las organizaciones informales de la ilegalidad, las redes de madres buscadoras. Frente a la oposición organizada y armada contra la movilidad humana que trasciende fronteras, las redes de apoyo solidario a las personas migrantes. Frente a las corporaciones internacionales que concentran y monopolizan los recursos para manejar la economía, la solidaridad de las instituciones de educación superior que se articulan por todo el mundo. Estas redes son prioritarias para formar profesionistas capaces de enfrentar los grandes problemas que aquejan nuestras vidas.

A eso dedicamos este quinto número de UNAM Internacional: a realizar el recuento y aproximarnos a la sistematización de cómo la UNAM explora y se enlaza con las principales casas de estudios, organizaciones y personas comprometidas por el mundo. Como se ve en estas páginas, es casi imposible describir a detalle cada una de las redes en las que la UNAM tiene incidencia de uno u otro modo. No sólo a nuestro interior creamos redes que nos permiten mantener nuestra identidad en la pluralidad y la distancia, sino que no dejamos de lanzar cabos que buscan establecerse como nuevos nodos en la red de nuestra presencia global.

Las páginas siguientes incluyen contribuciones sobre la cooperación internacional desde redes nacionales como la ANUIES e internacionales como las de Macrouniversidades, Magallanes, CONAHEC y otras; sobre el impulso a la innovación educativa representada por el modelo COIL desde una red latinoamericana coordinada por la Universidad Veracruzana; sobre la creación de un campus transnacional con la participación de varias universidades europeas; sobre las estrategias de internacionalización adoptadas por diferentes redes de la UNAM que incluyen la participación protagónica en un sistema internacional de certificación de la lengua española; así como sobre la creación de una red latinoamericana interdisciplinaria que promueve la igualdad de género.

Por último, el reportaje visual de este número se dedica a destacar parte del extenso patrimonio museístico de la UNAM, con fotografías e información sobre espacios universitarios desde los que se realiza el resguardo, la investigación y la divulgación de conocimientos provenientes de todas las disciplinas.
Dr. Francisco Trigo
Coordinador de Relaciones y Asuntos Internacionales
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