Encuadre   
29 de febrero de 2024

La difusión musical universitaria. Una perspectiva

Por: José Wolffer
Uno de los pilares de la difusión cultural de la UNAM y de la Coordinación que lleva ese encargo es su Orquesta Filarmónica. Fundada en 1936, poco después de la obtención de la autonomía, presenta cada año más de treinta programas distintos, repartidos en tres temporadas. Su sede, la Sala Nezahualcóyotl, es motivo de orgullo universitario además de fuente de placer acústico. Para quien no pueda asistir a este edificio emblemático del Centro Cultural Universitario, desde hace mucho tiempo está la opción de Radio UNAM, que transmite el concierto del domingo. La alternativa para ese mismo concierto, algo más reciente pero con un gran número de seguidores, es TV UNAM. En ambos casos están las señales tradicionales pero también la transmisión por internet, a la que se suma, para casos selectos del concierto del sábado, la transmisión que realiza de forma directa Música UNAM, de la cual depende la OFUNAM. Cada cierto tiempo la orquesta visita otras sedes universitarias, tanto dentro como fuera del campus central.

PANDEMIA Y RECONVERSIÓN
Pues bien: desde marzo de 2020 hasta octubre de 2021, la OFUNAM se vio obligada, como todo el planeta, a detener su actividad por la pandemia de COVID-19. Junto con las otras áreas de Música UNAM, la agrupación orquestal insigne de la universidad debió reinventarse para contribuir, semana tras semana, a lanzar por internet una oferta musical universitaria y atractiva, que incluso a distancia nos permitiera mantener el contacto con un público encerrado en casa y ofrecerle un espacio de solaz musical en medio de la zozobra del encierro obligado y la incertidumbre generalizada.

Echamos mano del archivo, claro, tanto de la OFUNAM como de la Orquesta Juvenil Universitaria Eduardo Mata (OJUEM), para ofrecer selecciones de conciertos sinfónicos realizados con anterioridad. Pero no tardamos en elaborar un prontuario para que las grabaciones domésticas con celular cumplieran ciertos requisitos técnicos y el resultado fue la difusión de piezas solistas, testimonios personales salpicados de música y también trivias, en las que invitábamos al público a ejercer de Shazam (la aplicación que reconoce música) y adivinar qué fragmento tocaba alguno de nuestros músicos. Hicimos, como muchos, los famosos “videos de cuadritos”: una Sinfonía india abreviada a cargo de la OJUEM, una pieza navideña con la OFUNAM. También ofrecimos una serie continua sobre música antigua, cortesía de los integrantes de la Academia de Música Antigua. En cuanto las condiciones sanitarias lo permitieron, comenzamos a reunir a un puñado de músicos en un estudio y a realizar grabaciones con pequeños ensambles. Hoy las pruebas de COVID son cosa de todos los días y los tapabocas se cuentan entre los objetos cotidianos, pero recordemos que en esos meses oscuros de 2020, antes del arribo de las vacunas, los cuidados (o la falta de ellos) podían representar la diferencia entre mantenerse sanos y caer víctima del atemorizante virus y jugarse la vida. Encargamos también grabaciones a artistas externos a Música UNAM, locales y extranjeros, que desembocaron en los proyectos Laboratorios sonoros y Trasfrontera, entre otros. Ya asumida la difusión por internet, nos dimos plena cuenta de que la audiencia no sólo era la ciudad o incluso el país sino que se conectaba gente desde otras partes del continente y del planeta.

En agosto de 2021, cuando pudimos vislumbrar la vuelta a los foros (que sucedería en octubre), llegó por fin el momento de aterrizar las ideas previstas para Música UNAM al inicio de la gestión. Sí habíamos logrado explorar las líneas de trabajo acordadas con la Coordinación de Difusión Cultural mediante las actividades emprendidas de manera remota durante la pandemia. Ahora llegaba el momento de cristalizar los planteamientos con los grupos artísticos en su práctica habitual y presencial, hasta donde lo permitieran las circunstancias pues, recordemos, la vuelta a la famosa “nueva normalidad” fue gradual y, en ocasiones, accidentada.

UNA ORQUESTA UNIVERSITARIA
Una orquesta es la expresión de un proyecto artístico y social; entraña una conjunción de voluntades en busca de metas musicales, por supuesto, pero enarbola toda una serie de valores culturales, sociales y políticos. La orquesta sinfónica o filarmónica es también, huelga decirlo, uno de los instrumentos musicales más sofisticados que ha creado Occidente. A lo largo de su historia ha sido la depositaria de un vasto legado de obras, escritas en distintas épocas y países, y puede transportarnos siglos atrás hasta el Barroco o bien ofrecernos creaciones de la más absoluta actualidad. De ductilidad sorprendente, capaz de pronunciar susurros evanescentes o desatar tormentas estruendosas, una orquesta es el reflejo de la sociedad a la que pertenece y con la cual mantiene un diálogo constante, aunque los términos sean distintos según la orquesta de que se trate.

Pero esa perspectiva es demasiado optimista y simplista, podrá responder alguien. La orquesta es producto de otro tiempo, se encuentra desvinculada de las búsquedas culturales más urgentes de nuestros días y su modelo económico es insostenible. Cada vez convoca menos público y no logra renovarlo, sino que se aboca a una respuesta social cada vez más reducida. Sólo sobrevive a costa de nuestros impuestos o de algunos mecenas y su misma naturaleza insiste en una visión maniquea de la cultura, con la oposición entre alta y baja cultura que valida la primera a expensas de la segunda. Entraña la defensa de un capital cultural elitista y, por si fuera poco, es un símbolo más de los mecanismos del patriarcado, a pesar de sus tímidos intentos de revertir ese estado de las cosas.

Esta es una vieja discusión, enriquecida en los últimos tiempos con perspectivas críticas actuales y pertinentes. Vale la pena tomar en serio los puntos señalados y ponderar su carga de mérito, lo cual no equivale a abogar por la desaparición de la orquesta. A pesar de las proclamas de anacronismo que se han producido desde hace décadas (destinadas asimismo a la música clásica en general), la orquesta sobrevive. Un concierto orquestal sigue siendo algo único, una aspiración a un ideal quizá inalcanzable: alcanzarlo o acercarse lo más posible a él depende en parte de la complejidad del trabajo artístico requerido, pero obedece también a un sinnúmero de factores, a toda una serie de condicionantes culturales, sociales y económicas. Aunque se antoje hasta cierto punto quimérica, la aspiración sigue resultando en aportaciones valiosas que le son únicas. La orquesta tiene en su haber un nutrido catálogo de música que ha sido tanto el reflejo del momento histórico en que fue compuesta como, en muchas ocasiones, el vehículo elegido para transformar dicho momento. En resumen, un buen concierto sigue despertando conciencias y sensibilidades. Y con esa aspiración en mente, muchas de las voces más destacadas de la creación musical contemporánea siguen dedicándole sus mejores esfuerzos. Una orquesta de nuestros días puede y debe asumir su historia pero también los retos que encarnan estas posturas críticas si quiere seguir siendo relevante. Y la orquesta de la universidad se encuentra en una posición singular para asumir esta tarea.

En casi todo el mundo las orquestas universitarias suelen ser agrupaciones integradas por estudiantes, con grados variables de formación musical (muchos no pretenden dedicarse a la música, sino que la adoptan como actividad complementaria). Esto no supone un demérito del trabajo que realizan; hay sendos ejemplos de orquestas de estudiantes de excelente nivel y lograda propuesta. México es de los pocos países que tienen orquestas universitarias profesionales que no solo cuentan con una historia y una infraestructura propias, además de un esquema laboral formal y un presupuesto asignado, sino que forman parte del programa más amplio de difusión cultural que despliega una institución de educación superior.

Las universidades son espacios para la propagación y profundización del conocimiento en todas sus expresiones. Se nutren de puntos de vista distintos, a veces encontrados, y una universidad solo cumple su encomienda en la medida en que es plural e inclusiva, dispuesta a incorporar perspectivas variadas y brindarles el espacio suficiente para que se manifiesten, se desarrollen y se contrasten. Esta responsabilidad es aún mayor si hablamos de una universidad pública y nacional como la nuestra, que tiene y refrenda año con año una posición de liderazgo nacional e internacional.

Una orquesta universitaria, comprometida con su tiempo y entorno, no debe limitarse a ser una suerte de museo de antigüedades, por muy elocuentes y apreciadas que éstas sean (volveré a la analogía del museo más adelante), sino que debe dialogar con las búsquedas y los problemas de la sociedad a la que pertenece. De otra forma dejará de ser relevante y se condenará a un ejercicio cada vez más aislado y nostálgico, cumpliendo así los vaticinios críticos apuntados arriba.

A lo largo de los cuatro años que estuve al frente de Música UNAM, y de manera explícita y decidida una vez que concluyó el parón pandémico, buscamos que la programación de la OFUNAM (y de las otras áreas de la dependencia) estableciera un equilibrio entre las obras consagradas del repertorio clásico (siglos XVIII, XIX y principios del XX, de claro sesgo europeo y masculino) y cuatro líneas programáticas de absoluta relevancia para una difusión musical contemporánea, abanderada por una orquesta universitaria mexicana:

  1. Inclusión cada vez mayor de mujeres compositoras, directoras y solistas.
  2. Inclusión de obras escritas durante el siglo XX que representan hitos en el desarrollo musical pero que no suelen formar parte del repertorio orquestal en México.
  3. Inclusión de obras mexicanas, tanto las que forman parte del canon local como aquellas relevantes que fueron pasadas por alto, así como las que se escriben hoy en día.
  4. Inclusión de obras escritas en otros países en tiempos recientes con el propósito de ofrecer una ventana hacia la creación musical actual. Para fines prácticos, resumo estas cuatro líneas como: Mujeres, Siglo XX, México y Actualidad internacional.

En ocasiones los campos se cruzan, como cuando se incluye una obra de una compositora contemporánea extranjera (1 y 4). Por supuesto, estas líneas han estado presentes con anterioridad en los programas de la OFUNAM, pero me pareció menester asumirlas de manera enfática, con plena convicción de su importancia, de manera que contribuyeran a perfilar la misión fundamental de la OFUNAM: una orquesta de programación variada e inclusiva, orgullosa y atenta del pasado pero abierta a las expresiones de nuestro tiempo, capaz de dialogar con su público e irlo renovando de forma constante. Y portaestandarte, de esta manera, de la encomienda de la difusión cultural universitaria.

ABRIR EL MUSEO
A diferencia de las orquestas de Estados Unidos, por ejemplo, que dependen en buena medida de aportaciones privadas y por lo tanto muchas veces optan por una programación convencional, por temor a provocar el rechazo del público y de los patrocinadores, la OFUNAM cuenta con un presupuesto asignado que la libera hasta cierto punto de las demandas del mercado y le permite asumir su programación desde otro modelo económico. Si las universidades asumen cotidianamente la exploración de áreas innovadoras del conocimiento como parte de su misión y como una forma de retribuir a la sociedad en la cual operan (basta mirar hacia los institutos de investigación de la UNAM para encontrar un caso tras otro), una orquesta universitaria, con sus particularidades, no debe quedarse atrás.

Con ello no pretendo afirmar que todo lo que toca una orquesta deba enfocarse en lo nuevo. Lejos de ello. Al igual que sucede con un museo o una biblioteca, la importancia del pasado no está en cuestión. Si evocamos una vez más nuestro contexto universitario, el conocimiento y la ponderación del canon suelen ser el punto de partida de la educación media y superior. Para retomar la analogía con el museo (problemática comparación porque la música no existe hasta que se hace sonar y está por ello en continua fluctuación, aunque quede consignada en grabaciones), tendríamos que decantarnos por un museo de variada vocación, múltiple y diverso, que se evalúa de forma continua a sí mismo. Tendría salas dedicadas al arte del pasado pero también exposiciones temporales que presentan una muestra de lo que se hace en nuestro tiempo. También sería deseable contar con laboratorios o cajas negras concebidas para auspiciar la experimentación y la investigación sonora y conceptual: espacios de búsqueda que promulgan la inquietud y el proceso más que el resultado final, en ocasiones desconocido (sobre todo cuando se trata de obra nueva). Sería un museo quizá de inconcebible variedad si lo pensamos a la luz de los existentes hoy en día. Pero de necesaria aspiración, aunque se quede en ocasiones corto debido a la vastedad de la encomienda.

TEMPORADAS TRAS LA PANDEMIA
La asunción de estas líneas de trabajo comenzó a advertirse desde que la OFUNAM retomó la actividad regular en el otoño de 2021, luego del parón pandémico. Aunado a la decisión de enfocarnos en el periodo clásico (mucho Mozart y Hadyn), que se antojaba una buena forma de retomar la disciplina orquestal luego de dieciocho meses de interrupción, la temporada incluyó obras de cuatro clásicos del siglo XX (Copland, Prokofiev, Shostakovich y Stravinski) además de una obra de la compositora mexicana Ana Lara, una versión de cámara de la Sinfonía 1 de Mahler y un concierto titulado El otro nacionalismo, que se insertaba en el programa universitario de México 500 (por los cincos siglos desde la caída de Tenochtitlan) y que incluía no a Chávez, Revueltas y Moncayo, sino a Daniel Ayala, Salvador Contreras y Jacobo Kostakowsky, ucraniano avecindado en México y cuya justa valoración sigue en proceso. El inicio, todavía a puerta cerrada (el público volvió por primera vez el 30 de octubre, en un concierto conmemorativo por las víctimas de la epidemia, con orquesta reducida), había sido un concierto de cámara con un cuarteto formado por integrantes de la OFUNAM, con música de Mozart, Schubert y Britten.

Tras sacar adelante esta primera temporada pospandemia, el comienzo de la siguiente, la primera de 2022, se retrasó por el incremento en el número de contagios durante el invierno. Al lograr la vuelta a la Sala Nezahualcóyotl en febrero, un mes más tarde de lo previsto, la OFUNAM presentó una programación que cristalizaba la política antes expuesta y ahondaba en la indagación de las cuatro líneas. Enlisto enseguida nombres de autoras y autores y la consiguiente línea de trabajo que reflejan: obras de Andrée, Bacewicz, Beamish, León, Montgomery, Saariaho y Shaw, por lo que toca a la inclusión de compositoras, casi todas ellas actuales (reflejar la actualidad internacional con la voz de las compositoras fue una decisión consciente); Honegger, Ibert, Korngold, Tippett, Vaughan Williams y Villa-Lobos, en cuanto al siglo XX; y Galindo, Halffter y Revueltas por parte de México. Además, claro, del repertorio tradicional: más Haydn y Mozart pero también Schubert, Sibelius, Strauss y Wagner. La temporada incluyó asimismo a Stravinski, quien, si bien pertenece al siglo XX, se ha ganado ya un sitio en el repertorio habitual.

Vale la pena detenernos un momento en la figura de Jessie Montgomery, ilustrativa de lo apuntado antes. Nació en 1981 en el Lower East Side de Nueva York, de herencia afroamericana y violinista de formación. En un principio se concentró en la interpretación y la enseñanza, vinculada con agrupaciones comunitarias y ensambles de cámara, pero no tardó en dedicar cada vez más tiempo a la escritura. Hoy sus obras abarcan distintos géneros y han sido interpretadas por las orquestas principales de Albany, Atlanta, Dallas, Minnesota y San Francisco en Estados Unidos, así como la Philharmonia de Londres, y fue nombrada compositora en residencia de la Sinfónica de Chicago en 2021. La Filarmónica de Nueva York la seleccionó como una de las compositoras integrantes de su Project 19, iniciativa que conmemora el centenario de la Enmienda 19 de la Constitución de Estados Unidos, la cual otorgó el derecho de voto a las mujeres. Ha recibido numerosas distinciones y su obra Rounds para piano y orquesta de cuerdas acaba de recibir el Grammy por “mejor composición clásica contemporánea”. La página en internet de Montgomery resume bien su impronta: “Su música entrevera música clásica con elementos de música vernácula, improvisación, poesía y consciencia social, convirtiéndola en una aguda intérprete del sonido y la experiencia estadounidense del siglo XXI” (ver https://www.jessiemontgomery.com/about/). Los días 5 y 6 de marzo de 2022 la OFUNAM estrenó en México su Source Code para orquesta de cuerdas.

No detallaré aquí todas las obras incluidas en la segunda temporada 2022, pero incluyeron estrenos en México de los estadounidenses John Luther Adams y Joan Tower, además de Metastaseis de Iannis Xenakis, figura paradigmática de la composición del siglo XX que festejaba su centenario en 2022. En la temporada compartieron programas los mexicanos Mario Lavista, Marcela Rodríguez, Silvestre Revueltas y José Francisco Vásquez (director fundador de la OFUNAM al lado de José Rocabruna) y las compositoras Clarice Assad, Louise Farrenc y Sofia Gubaidulina con Bach, Bartók, Beethoven, Dvořák, Ginastera, Schumann, Sibelius y Villa-Lobos, entre otros.

FOCOS
A partir de la tercera temporada 2022, cuando la Sala Nezahualcóyotl recuperó el aforo al cien por ciento (habíamos crecido progresivamente del treinta al sesenta por ciento en las anteriores, debido a las medidas sanitarias), la programación de la OFUNAM se articuló alrededor de un foco, término que adoptamos con el fin de dar un cierto perfil y una narrativa a cada temporada; propiciar el interés y la constancia del público que apenas comenzaba a volver y no llegaba todavía a su nivel prepandémico, y permitirnos investigar un determinado tema. El primer foco fue clásico y bastante usual para una orquesta: Brahms, con sus cuatro sinfonías y su segundo concierto para piano. Se encargó de este último un prodigio del instrumento, el ucraniano Vadym Kholodenko, y ese programa, en septiembre de 2022, abrió con la Serenata del atardecer de Valentín Silvestrov, también originario de Ucrania; con ello buscábamos ofrecer un gesto de solidaridad tras la invasión rusa en febrero de ese año. La temporada incluyó estrenos absolutos (que se habían aplazado por la pandemia) de las mexicanas Ana Lara y Alejandra Odgers, con obras comisionadas por la OFUNAM cuyo estreno se había aplazado por la pandemia, además de estrenos en México de Jimmy López, Gabriela Ortiz (pp. 122), Florence Price y Iannis Xenakis (de nuevo por el centenario), este último a cargo de ese apóstol infatigable de la música nueva que es el virtuosísimo violinista británico Irvine Arditti. A Brahms lo acompañaron Bartók, Tchaikovski, Copland, Mussorgski, Ponce, Puccini, Shostakovich y Verdi en distintos programas. La cantante alemana Ute Lemper se presentó con distintas canciones y números de cabaret gracias al Patronato de la OFUNAM (asociación civil formada para apoyar a la orquesta de distintas formas), y se llevó a cabo el Homenaje a Pérez Prado, al cual volveré más adelante. Los focos fueron pensados para permear también otras áreas de programación de Música UNAM, como se ha advertido en ciertos conciertos de la OJUEM y en el diseño específico de programas de música de cámara para acompañar la oferta orquestal.

Cabe mencionar que al cabo de estas dos temporadas ya se habían presentado al frente de la orquesta las directoras Catherine Larsen-Maguire, quien volvía a la OFUNAM luego de visitas previas, y Anna Handler, Jeri-Lynne Johnson y Simone Menezes, quienes debutaron en nuestro podio. La búsqueda continua de mujeres directoras para los conciertos se mantuvo como una constante en las temporadas siguientes, aunque no siempre fue posible lograr el cometido en la proporción deseada: es cierto que hoy en día hay muchas más mujeres asumiendo este rol, pero siguen siendo minoría en comparación con los hombres; más aún en nuestro país.

En 2023 inició su periodo como director titular Sylvain Gasançon, tras un periodo sin titular luego del término del contrato de Massimo Quarta, y como resultado de un proceso de auscultación realizado con la orquesta y con la subsecuente aprobación de las autoridades universitarias. En señal de bienvenida, pero también debido al interés técnico y musical que entraña para una orquesta el trabajar el repertorio de ese país, se llevó a cabo el Foco Francia. Desde Berlioz hasta Messiaen y Grisey, con Debussy y Ravel como ejes, la OFUNAM se adentró en el legado francés y abordó también a las compositoras Boulanger, Finzi y Tailleferre. La temporada supuso el debut en México de la joven directora española Julia Cruz durante el Festival Internacional de Piano de ese año, iniciativa anual de Música UNAM también aplazada por la pandemia, la cual durante un mes ofrece conciertos para piano y orquesta con la OFUNAM además de recitales y clases maestras. Junto al pianista también español Alberto Rosado, Cruz acometió el estreno mundial del concierto De la alquimia al resplandor de la mexicana Georgina Derbez. El festival contó con la presencia de los formidables pianistas Pierre-Laurent Aimard y Tamara Stefanovich en el doble de Bartók (ambos ofrecieron sendos recitales solistas, con programas que formaron parte del foco). Junto a música de Andrea Chamizo, Víctor Ibarra (estreno mundial, comisión OFUNAM) y Ramón Montes de Oca por parte de México, además de Ponce y Revueltas, figuraron Dvorak, Franck, Mahler, Shostakovich y Stravinski, entre otros. Un comentario sobre el programa 3 de la temporada: entrañó un complejo trabajo técnico e interpretativo para la orquesta, con José Luis Castillo al frente como huésped, pero buscaba esclarecer una de las avenidas transitadas por la modernidad musical hasta llegar a nuestro país, mediante la escucha del Sensemayá de Revueltas a la luz de la tremenda Arcana del francés Varèse (figura emblemática para el mexicano) y de esa obra parteaguas de la primera mitad del siglo XX, La consagración de la primavera de Stravinski. Beethoven, origen de tantas cosas y referencia continua para una orquesta, abrió y cerró temporada (el concierto para violín con Shlomo Mintz y la Sinfonía no. 7, respectivamente), además de que Jorge Federico Osorio se encargó de su Concierto no. 4 durante el Festival.

La segunda temporada 2023 se organizó alrededor de un foco doble para celebrar dos aniversarios: los ciento cincuenta años del nacimiento del ruso Rajmáninov y los cien del húngaro Ligeti. El primero estaba en los atriles de todas las orquestas (sus conciertos de piano son platillo habitual de las veladas sinfónicas) pero el segundo, bastante menos. Ameritaba, sin embargo, una atención especial por tratarse de una figura única, como expliqué en las notas del programa de la temporada: Ligeti es “un creador sonoro dueño de un espíritu inquisitivo constante y una creatividad deslumbrante, única en la segunda mitad del siglo XX”. A lo largo de la temporada, la OFUNAM abordó los conciertos 2 y 3 de Rajmáninov con los pianistas rusos Anna Geniushene y Daniil Trifonov (el segundo, gracias a la participación del Patronato de la OFUNAM), así como sus Danzas sinfónicas; de Ligeti ofreció cuatro obras: Atmósferas, Lontano, Melodien y el Concierto rumano.

(Aprovecho el momento para declarar una batalla perdida: el anuncio de los estrenos en México. Hablando de Ligeti es posible que Melodien y el Concierto rumano lo hayan sido —si alguien tiene otra información, agradecería saberlo—, pero enfrentamos el problema de que las orquestas en México no siempre comunican a las editoriales o a los titulares de los derechos cuando programan una obra. Ya nos sucedió, a propósito de un supuesto estreno en México del estadounidense Bruce Adolph, que tras consultar con la editorial en cuestión anunciamos el estreno sólo para recibir, al poco tiempo, la protesta de un gestor local que nos informaba de un auténtico estreno previo en México en el que él había participado, años atrás y en un estado de la República. Tras el incidente, ante la duda —imposible de desterrar en muchos casos— y ante el riesgoso trabajo de adivinación que suponían estos anuncios, dejamos de hacerlos salvo en los casos de total certeza. Los estrenos mundiales son otra película: ahí sí es posible saberlo.)

Decía Ligeti de Bartók, su ilustre antecesor y compatriota: “Fue el gran genio; para mí, todavía lo es”. Como parte del foco valía la pena explorar este vínculo y la temporada incluyó el concierto para orquesta de Bartók y su densa pero poderosísima Música para cuerdas, percusión y celesta. Mendelssohn alternó con la apenas fallecida Kaija Saariaho, Liszt con Stravinski. El ucraniano Silvestrov hizo lo propio con Shostakovich, en otro comentario sobre la guerra desatada por Putin: la Plegaria por Ucrania del primero antecedió a la Sinfonía no. 7 del segundo, la célebre Leningrado, donde el compositor ruso retrató el asedio nazi y rindió homenaje a la resistencia de sus coterráneos, ahora convertidos en agresores. La OFUNAM acometió el estreno de dos comisiones mexicanas, de Jorge Ritter y Rodrigo Váldez-Hermoso (esas sí: estrenos absolutos), además de recuperar la figura de Graciela Agudelo, ejemplar educadora y compositora, con la interpretación de sus Parajes de la memoria: la selva. La temporada incluyó El gato con botas del catalán Montsalvatge para el concierto infantil, un concierto de sones y valses mexicanos con varios arreglos encargados ex profeso y la presentación de Rafael Monge, oboísta principal de la propia orquesta, como solista del Concierto de Strauss (cada año se presentan quienes ganan las audiciones correspondientes). Cerró con El anillo sin palabras que Lorin Maazel armó a partir de la tetralogía de Wagner. No faltó Beethoven, presente con sus sinfonías 3 y 5.

VIENA Y EL TRÁNSITO A LA MODERNIDAD
El año concluyó con un proyecto ambicioso, meditado desde tiempo atrás y muy conversado con Gasançon: un Foco Viena 1900 que permitiera abordar una nutrida selección de la obra sinfónica de Mahler, siempre atractiva y favorita del público, y contrastarla con los compositores que vinieron inmediatamente después y fueron tanto continuación como ruptura: la llamada Segunda Escuela de Viena, con Schönberg a la cabeza, flanqueado por sus alumnos Berg y Webern, trío que proclamó la crisis del sistema tonal (llevado a sus límites durante la segunda mitad del siglo XIX e inicios del XX por Liszt, Mahler y Strauss, entre otros), emprendió una refundación que cambiaba las reglas del juego, y produjo algunas de las obras más revolucionarias del siglo XX, que hoy, cien años después, siguen casi ausentes de los programas orquestales.

El periodo de tiempo que demarcamos para este foco, sin excesiva rigidez, fue el de 1900 a 1914 por varios motivos: la mayor parte de la obra de Mahler está incluida en este lapso y, al marcar como límite la Primera Guerra Mundial, permitía situar la crisis musical ejemplificada por la Segunda Escuela de Viena dentro del marco de la crisis total del viejo orden (político, social, cultural) que desembocó en dicho conflicto y que marcó el final de una época y de una forma de entender el mundo. Otro límite imaginario fue La consagración de la primavera de Stravinski, cuyo estreno tuvo lugar en París en mayo de 1913 con el consabido escándalo, y que es, a su vez, otro parteaguas, como señalé antes (de naturaleza muy distinta a lo ocurrido en Viena y la esfera germana), entre las viejas prácticas y el arribo de la modernidad musical. El periodo en cuestión fue de grandes convulsiones y ello se advierte tanto en la música de Mahler como en la de los tres austriacos que lo siguieron: la vieja sociedad (retratada, por ejemplo, en la inconclusa novela El hombre sin cualidades de Musil, que en sí misma es otra aventura de modernidad artística) se resquebrajaba y no es casualidad que Freud, entre otros muchos reformadores del momento, apareciera en escena en ese momento. Acudo de nuevo a las notas escritas para introducir la temporada:

La asamblea de mentes inquisitivas, innovadoras y revolucionarias reunida en la Viena de 1900 es extraordinaria desde donde se la mire. El Imperio austrohúngaro (conglomerado multiétnico, segundo en extensión territorial en Europa, tercero en población) iba rumbo a la crisis que desembocaría en la Primera Guerra Mundial y enseguida en su desaparición, cuatro años más tarde. Pero, quizá por lo mismo, el punto neurálgico de este territorio en convulsión era sitio fértil, incluso idóneo, para un proceso colectivo e interdisciplinario de derrocamiento del pasado y construcción del futuro.

Así convivieron en la temporada las sinfonías 4, 5, 9, el Adagio de la inconclusa 10 y La canción de la Tierra de Mahler con dos obras de cada uno de los integrantes de la Segunda Escuela: Noche transfigurada y las Cinco piezas para orquesta, op. 16, de Schönberg (la primera, una de las despedidas que el compositor dedicó al romanticismo tardío; la segunda, uno de sus manifiestos más elocuentes del nuevo camino), además de las Siete canciones tempranas y el op. 6 de Berg, y las dos colecciones de miniaturas, de propósito y factura muy contrastantes, de Webern, sus op. 6 y 10.

¿Por qué tocar estas obras que, salvo la Noche de Schönberg, rara vez se escuchan en vivo y pueden representar un reto para los integrantes de la orquesta y para el público? Hay varias razones: porque resultan imprescindibles para trazar la línea hacia lo que vendría después en el siglo XX (por ejemplo, Boulez y Stockhausen, pero también, en México, Halffter y Enríquez); porque son un reflejo de su tiempo, como lo revela su naturaleza a veces inquietante, a veces desgarrada e histérica; porque fueron compuestas hace más de cien años y deben formar parte de la paleta de una orquesta profesional, más aún de una universitaria, abierta a todo el crisol de las expresiones musicales; porque ofrecen al público la posibilidad de experimentarlas de primera mano y no sólo como referencias en un texto o mediante alguna grabación (aunque hay algunas espléndidas, como las de Claudio Abbado o del propio Boulez); porque la aventura de la modernidad es vital para entender nuestro tiempo y asumirlo nos coloca en el ámbito de las orquestas importantes del mundo. Cabe mencionar que así lo entendió también el joven Eduardo Mata, último director en presentar con la OFUNAM muchas de estas obras de la Segunda Escuela de Viena durante su periodo al frente de la orquesta (1966-1975); no dejamos de lamentar su temprana muerte y de resaltar que ha representado una constante fuente de inspiración para el trabajo emprendido durante estos años.

Cierro la revisión de la temporada comentando algunas de las otras músicas abordadas porque, al igual que en temporadas anteriores, aunque el foco trazó una línea a lo largo del trimestre, no definió todos los programas. Entre el concierto mexicano que abrió la temporada y el navideño que la cerró, la OFUNAM se ocupó de Beethoven, Chaikovski, Mendelssohn, Mozart, Revueltas, Rodrigo y Strauss, además de estrenar tanto la obra de Hernández Ramos ganadora del Premio Nacional Federico Ibarra (auspiciado por el Fideicomiso Ibarra y Música UNAM) como la Quinta sinfonía del propio Ibarra. Tuvimos música del recién fallecido y también muy lamentado compositor mexicano Javier Álvarez y de Penderecki, con la interpretación de su concierto para corno en las fabulosas manos del croata Radoval Vlatkovic, todo ello como parte del Festival CulturaUNAM, en el que año con año participa la agrupación. Figuraron también las compositoras Lara y Saariaho. Con la participación del Patronato de la OFUNAM, la orquesta pudo invitar de nuevo a uno de sus cómplices más festejados, La Única Internacional Sonora… (el nombre se queda así por cuestiones legales). Dos integrantes de la orquesta se presentaron como solistas y las secciones de metales y percusiones ofrecieron un recorrido musical desde el Renacimiento hasta nuestros días.

EL PRESENTE AÑO
Concluyo este recorrido de las temporadas pospandemia de la OFUNAM con algunos apuntes sobre el foco vigente en este momento (enero de 2024): Parajes. Tras la densidad vienesa de fines del año anterior, se antojaba despejar el ánimo y la mente y qué mejor para ello que emprender un viaje musical, recorrer distintas geografías y épocas. Y que tuviera como premisa la inclusión de autores y obras que no forman parte del corazón germano-ruso que define buena parte del repertorio de las orquestas sinfónicas. Así, la temporada invita a internarse en los jardines de España (De Falla) o en un jardín japonés, para presenciar el descenso de una parvada de pájaros (Takemitsu), a evocar el río Rín (Schumann) o la verde Irlanda (Ina Boyle), a admirar los pinos romanos (Respighi) o la pampa argentina (Ginastera). Entre los parajes presentes están Veracruz (el imprescindible Revueltas, con Redes) y Zacatecas (Huízar, con sus Pueblerinas) pero también Los Planetas del sistema solar (Holst). Las luces boreales llegan cortesía de Grieg, Nielsen y Sibelius. Las obras para orquesta sola conviven con los conciertos para piano, pues llega una vez más el momento del Festival, entre cuyos invitados están Martina Filjak y Jorge Federico Osorio. La temporada cierra con dos estrenos, uno local (seguramente) de la compositora coreana Unsuk Chin, otro mundial de Ana Paola Santillán y enseguida el que quizá es el mayor clásico orquestal, cuya programación fue sugerida por la propia orquesta: la Coral de Beethoven.

Para la segunda temporada del año queda ya armado un foco Austria, con tres ideas básicas detrás: festejar el centenario de Bruckner, ofrecer a orquesta y público la inmersión en la música del periodo clásico (bastante Mozart, algo de Haydn y Beethoven y Schubert como corolario) y ofrecer un atisbo hacia la actualidad austriaca, con la obra de la compositora Olga Neuwirth. Vendrán también dos conciertos para solista y orquesta de autores mexicanos (Eduardo Gamboa y Hebert Vázquez) y, con el Día de la niñez, el concierto infantil.

¿Y EL MAMBO?
Aunque haya nacido en Cuba, Dámaso Pérez Prado es uno de nuestros genios musicales. No requiere validación alguna más allá de seguir tocándolo, escuchándolo y bailándolo. Sin embargo, emprender el tránsito del salón de baile a la sala de conciertos no solo cuestiona el supuesto enfrentamiento entre baja y alta cultura sino que es una oportunidad de enriquecimiento y diversificación de la música “clásica”, como ha sucedido en innumerables ocasiones a lo largo de la historia. Lo hemos visto en distintos momentos: como botones de muestra basta recordar a Bartók y su investigación del folclor de Europa del Este o a nuestros propios compositores “nacionalistas” (término que uso con reserva, pues se presta a muchos equívocos), desde Galindo y Moncayo hasta Revueltas. De manera muy cercana a nuestra universidad, recordemos que el célebre “Danzón no. 2” de Arturo Márquez fue una comisión de la OFUNAM. La lista puede hacerse más larga, con las danzas estilizadas de las suites de Bach o las danzas húngaras de Brahms, por citar dos ejemplos del canon. (Cabe señalar que el tránsito también ocurre en el otro sentido, desde el espacio de lo “culto” hacia el de lo “popular”, pero ésa es harina de otro costal).

Los conciertos en donde conviven representantes de dos esferas musicales, por ejemplo una orquesta de mambo (o un grupo de rock o un mariachi) y una orquesta sinfónica, se han hecho comunes desde hace tiempo, generan gran expectativa y suelen ser éxitos comerciales. Los hay muy logrados y suelen permanecer largo tiempo en la memoria del público y de los promotores: como ejemplo sobresaliente tenemos el famoso Queen Sinfónico. No resto mérito a estos encuentros, que tienen su impacto y su público. Desde una perspectiva estrictamente musical, sin embargo, el anunciado ensamblaje entre las dos esferas puede ser bastante somero y la que suele salir perdiendo, no obstante el caché que aporta, es la orquesta sinfónica o filarmónica, limitada tantas veces a proporcionar un acompañamiento sencillo que no aprovecha todas sus capacidades.

Gran entusiasta del Carefoca desde la primera vez que escuché su música, gracias a la admiración que le profesa mi padre, venía enseguida la pregunta: ¿cómo rendirle homenaje y al mismo tiempo emprender una aventura musical enriquecedora para la orquesta? Leonard Bernstein con su West Side Story fue una inspiración; otra, más personal, fue Javier Álvarez, quien además de todo lo que aportó a la música sinfónica y de cámara de nuestro país es uno de los mayores compositores electroacústicos que hemos tenido; cuenta en su haber, entre muchas otras obras, con un Mambo à la Braque. Se perfiló así la respuesta: presentar una selección de mambos de Pérez Prado con la OFUNAM mediante arreglos encargados a distintos compositores, entre ellos el propio Álvarez (quien en octubre de 2022, pocos meses antes de fallecer, pudo estar presente en el concierto para escuchar sus versiones de “Caballo negro” y “Mambo a la sax”). Participaron asimismo Héctor Infanzón, Gonzalo Romeu, Mario Santos, Rosino Serrano, Erick Tapia, Abi Terrazas y Josefa de Velasco en las traducciones orquestales. Traduttore traditore, dice el dicho italiano. Esta traición, sin embargo, fue sobre todo un acto de admiración y de atención a nuestras distintas raíces (aunque hayan comenzado en la isla vecina). El concierto formó parte del Festival CulturaUNAM con resultado espectacular. Ojalá se repita y se enriquezca en el futuro.

ADEMÁS DE LA OFUNAM
Me detengo un momento en la programación paralela que, como contrapunto a la OFUNAM, ofrecieron varios músicos invitados para completar con sus conciertos de música de cámara el alcance de los focos ofrecidos. El pianista francés Pierre-Laurent Aimard, además de dar una clase maestra para varios jóvenes estudiantes durante su presencia en el Festival de piano de 2022 (formato en el cual el alumno toca una obra y recibe los comentarios e indicaciones del profesor), ofreció una auténtica clase magistral de interpretación al abordar en la Sala Nezahualcóyotl, dentro del Foco Francia, las Veinte miradas al Niño Jesús de Olivier Messiaen, portentosa y seminal obra del piano del siglo XX que Aimard labró a lo largo de dos horas, en una deslumbrante muestra de sabiduría musical, comprensión total de los distintos propósitos de Messiaen y dominio inigualable de su instrumento. Destaco también el arrojo y solvencia de los jóvenes pianistas mexicanos Israel Barrios y Sebastián Espinosa en la dificilísima música de Nancarrow y Ligeti durante el foco dedicado a este último. Y qué decir de la elocuencia musical y escénica de la soprano alemana Sarah Maria Sun, en compañía de un sexteto de intérpretes locales conducido por Christian Gohmer, al abordar el Pierrot lunaire de Schönberg, otra obra fundamental del siglo XX que fue precedida por varias piezas, cortas en duración pero no así en impacto, de Schönberg, Berg y Webern, a cargo de distintas combinaciones formadas por dicho sexteto, donde participaron Luz del Carmen Águila, Anna Arnal, Fernando Domínguez, Iván Pérez y Betsaida Romero, con Gonzalo Gutiérrez presente en todo el programa desde el piano.

La OJUEM, integrada en su totalidad por becarios, representa un semillero para las y los jóvenes intérpretes deseosos de emprender una carrera orquestal y ha representado una plataforma de lanzamiento para muchos que, tras un periodo formativo, se integran a alguna orquesta profesional, entre ellas la propia OFUNAM. Desde la vuelta pandémica, la OJUEM dedicó especial atención a la música del mexicano Alfonso de Elías y se ocupó de estrenar las obras orquestales surgidas de la Cátedra Arturo Márquez, proyecto continuo de Música UNAM en el que uno de nuestros compositores más representativos trabaja cada año con tres jóvenes de nuestro país, hasta desembocar en el estreno de una obra para ensamble y una orquestal de cada becario. Sin menospreciar el trabajo enfocado en la obra de ensamble, el caso de lo segundo, o sea saber que se escribe para orquesta con un estreno garantizado, representa una oportunidad muy poco frecuente en la carrera de una o un joven compositor.

Espacio aparte porque obedece a una lógica, una práctica y un repertorio distintos, requiere la Academia de Música Antigua (AMA), otro grupo formado por becarios que se concentra en la interpretación informada del repertorio barroco y cuyos programas por semestre se articularon también alrededor de ejes torácicos que se ocuparon, entre otras músicas, del legado virreinal y de la obra de Bach en el Anfiteatro Simón Bolívar, su sede habitual, así como en otras locaciones universitarias y externas. De parte de la Facultad de Música contamos con la presencia en la Sala Nezahualcóyotl de la Orquesta Sinfónica Estanislao Mejía y también de su Banda Sinfónica (de memorable recuerdo por su colaboración con los estudiantes de la Universidad de Dartmouth, Estados Unidos), así como música de cámara en la Sala Carlos Chávez y la audición de solistas para presentarse con alguna de nuestras orquestas. Actividades de muy distinto perfil, desde son jarocho hasta orquesta sinfónica, se presentaron auspiciadas por Música UNAM en distintas sedes de la Universidad, desde el Jardín Botánico hasta la Preparatoria no. 6 o la FES Acatlán. Por lo que toca a actividades formativas, la Cátedra Márquez congregó a distintos expertos para ofrecer un seminario dedicado a 500 años de música en México y la Cátedra Mata hizo lo propio al ocuparse de varios nombres destacados de la música latinoamericana: Ginastera, Orbón y Villa-Lobos, entre otros.

DE LA OFERTA EN LÍNEA A LO PRESENCIAL
Permanecen en línea, testimonio de la reconversión durante la pandemia pero también de líneas de trabajo que rindieron excelentes resultados, dos iniciativas curatoriales de corte muy distinto: Trasfrontera, proyecto desplegado durante muchos meses que consistió en reunir a representantes de distintas vertientes musicales en un estudio de grabación emblemático de una capital mundial (Londres, Nueva York, Helsinki o Bogotá, entre otras) para que registraran distintas presentaciones que Música UNAM difundió en sus redes, y Laboratorios sonoros, una invitación a artistas sonoros y músicos, sobre todo mexicanos pero con alguna excepción, a compartir algo de sus procesos de creación y búsqueda mediante videos grabados por ellos mismos, en ocasiones precedidos de una charla alusiva. Trasfrontera ha tenido hasta ahora una única salida presencial con el concierto Trasfrontera CU, realizado en las islas en septiembre de 2022, con varios músicos mexicanos que participaron en la edición en línea dedicada a nuestro país. Laboratorios sonoros, en cambio, se ha mantenido como una serie continua que se presenta periódicamente en los espacios del Centro Cultural con el mismo cometido: ofrecer una puerta de entrada a las búsquedas y los hallazgos sonoros, a veces con componentes escénicos, del ámbito alternativo local.

CONCLUSIÓN
Todo lo descrito es un reflejo de la encomienda apuntada al inicio: ofrecer, mediante las distintas vías disponibles, una oferta musical universitaria que sea parte del proyecto global de difusión cultural de la UNAM y de las líneas de trabajo abanderadas por la coordinación que encabeza dicho encargo. Si bien la vocación natural de Música UNAM a lo largo de los años ha sido la organización de actividades en los distintos foros, tanto los del Centro Cultural Universitario como los externos (eso que ahora llamamos “presencial”), la pandemia nos enseñó que es posible tener otro alcance, con otro tipo de impacto, a través de las redes, algo que no puede ya dejarse de lado.

No puede entenderse una labor de difusión cultural desde la Universidad sin aspirar a que la generación de iniciativas y actividades conjugue la presentación del pasado con la atención a las problemáticas y las propuestas actuales, en una búsqueda de inclusión y apertura que el público reconoce y aprecia, sobre todo el más joven, aunque para un sector de éste suponga un cambio de paradigma. También es menester trazar y mantener la línea que nos vincula con la ilustre historia de las instituciones universitarias, con su permanencia y continua labor a lo largo de los años, como esos espacios de propuesta, memoria y enseñanza que nos invitan a emprender la fascinante aventura de las manifestaciones culturales.

Para leer lo que escuchas
 

UNAM Internacional


Con la frase “Leer es otra forma de escuchar” se promueve la editorial argentina Gourmet Musical, especializada en música y artífice de un importante catálogo sobre el tema. Al citarla queremos recuperar un tema esbozado en el artículo de José Wolffer: la tarea de divulgación de la cultura que forma parte del espíritu de la UNAM, particularmente por medio de sus publicaciones.

Bajo el título “Música y memoria”, el número de noviembre de 2023 del boletín Libros UNAM (año 4, no. 38, disponible en https://www.libros.unam.mx/Suplemento_Musica&Literatura_Noviembre2023.pdf) que publica la Dirección General de Publicaciones y Fomento Editorial (DGPFE), reseña algunas de las numerosas publicaciones sobre música que han visto la luz en la UNAM. Es un breve muestrario de una intensa labor “polifónica” (porque proviene de diversas entidades académicas) e incluye maravillas como:

  • Para las cinco cuerdas. Glosas y valonas de Raúl Eduardo González (ENES Morelia, 2023).
  • Rimas de la cantera. Trayectoria, competencia e identidad en la comunidad rapera de Morelia de Alain Ángeles Villanueva (ENES Morelia, 2023).
  • Imaginarios mayas en la música contemporánea. S. Revueltas, A. Ginastera y G. Scelsi de Blanca Solares (Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias, 2022).
  • El soundtrack de la vida cotidiana. Cien años de radio y música popular en la Ciudad de México (1921-2020) de Fernando Mejía Barquera (FES Acatlán, 2021).
  • Sonido, escucha y poder coordinado por Lizette Alegre González y Jorge David García (Facultad de Música, 2021; accesible libremente en el repositorio de la FaM: https://www.repositorio.fam.unam.mx/handle/123456789/135).
  • Los sonidos y los días. Antología de periodismo musical (1949-1976) de Horacio Flores-Sánchez (coedición DGPFE-UNAM/Instituto Nacional de Bellas Artes, 2019).
  • Huellas y rostros. Exilios y migraciones en la construcción de la memoria musical de Latinoamérica, edición de Consuelo Carredano y Olga Picún (Instituto de Investigaciones Estéticas, 2017).
  • Sombra del rock de Carlos Mapes (Dirección de Literatura, 2017).
  • Música y poesía de Jorge Fondebrider (coedición Dirección de Literatura UNAM/Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 2014).
  • Con la música por dentro de Jomí García Ascot (coedición DGPFE-UNAM/Pértiga, 2006).
  • Archivo Musical. Jacobo Kostakowski de Olga Picún (Instituto de Investigaciones Estéticas, 2003).

Por supuesto, hay mucho más; basta una vuelta a cualquiera de las librerías (y bibliotecas) universitarias para realizar hallazgos sorprendentes, incluyendo grabaciones en disco compacto y partituras, por ejemplo, del acervo de Manuel M. Ponce (ver p. 168 en este número), como muestra la categoría de “Música y danza” en el buscador de Libros UNAM:
http://www.libros.unam.mx/areas-tematicas/artes-y-entretenimiento/musicay-danza.html.

José Wolffer es gestor cultural, curador y crítico musical. Fue director general de Música UNAM de 2020 a 2024 y, antes, director de Casa del Lago de 2017 a 2019. Dirigió el Festival del Centro Histórico y el festival Radar, el cual fundó en 2002. Fue asesor de la Secretaría de Relaciones Exteriores, responsable entre otras cosas del diseño de la programación cultural mexicana en Alemania durante el Año Dual 2016-2017. Ha realizado curadurías para Fonoteca Nacional, Radio UNAM, Instituto Mexicano de la Radio, Museo del Palacio de Bellas Artes, Instrumenta Oaxaca, Casa de las Culturas del Mundo de Berlín y Academia de las Artes de Berlín, entre otras instancias. Ha colaborado como crítico y editor con distintas publicaciones, entre ellas Reforma, Letras libres, Pauta, DF por travesías y Chilango. Editó junto con Roberto Kolb la antología Silvestre Revueltas: sonidos en rebelión, publicada por la UNAM. Es integrante del Consejo de Programación del Festival Internacional Cervantino y del Consejo Editorial Consultivo de la revista Otros diálogos de El Colegio de México.

Playlist
OFUNAM

Concierto mexicano, Tercera Temporada 2023, OFUNAM: https://www.youtube.com/live/1nEpfKg9Ox8?si=yw_I6UXmzD6OblA4

Foco Ligeti, Segunda Temporada 2023, OFUNAM: https://youtu.be/1wV7oIIp3vI?si=h63wFExR-1mkGtoQ

Jornadas de mujeres en la música, Foco Francia, Primera Temporada 2023, OFUNAM. Incluye De la alquimia al resplandor de Georgina Derbez: https://youtu.be/L3la3u9oHak?si=HHivTdtedocueQ6E

Jornadas de mujeres en la música, Primera Temporada 2022, OFUNAM. Música de Villa-Lobos, Source Code de Jessie Montgomery y Schubert: https://www.youtube.com/watch?v=GRLn2opMkMk

Foco Francia, Primera Temporada 2023, OFUNAM. Incluye La valse de Ravel y la sinfonía Pelléas et Mélisande de Debussy: https://youtu.be/3kpseGZk6Yc?si=XxUsS8J0T73eS7Za

Concierto navideño, Tercera Temporada 2022, OFUNAM. Incluye música de Berlioz, Chaikovski, Händel y otros: https://youtu.be/OWnLTVuTMNk?si=B3N_m-RR6JxL3x3A

Temporada Otoño 2021, OFUNAM. Música de Haydn y Mozart: https://youtu.be/sKZ6UjQA-LI?si=iwdvBbx0wNNS3FjH

Recitales OFUNAM 2022, La noche transfigurada de Schönberg (música de cámara): https://youtu.be/UHvGraUvyYY?si=zLoMDiL2bLcUQBg6

Recitales OFUNAM 2021, música de Julián Carrillo y Roberto Sierra (solistas): https://youtu.be/qBW1evVNSt0?si=HjeZ-3v4GunkiJjE

Sensemayá de Revueltas, Arcana de Varèse, La consagración de la primavera de Stravinski. Primera Temporada 2023, OFUNAM: https://www.youtube.com/live/7FRcT9Mz1Tg?si=Qi6EM5KNw283EZEI

MÚSICA DE CÁMARA
Sarah Maria Sun interpreta Pierrot Lunaire de Shönberg: https://www.youtube.com/live/dMD3_dS0cdw?si=WIDn0TdZeI-0ZBVD

Pierre-Laurent Aimard interpreta Veinte miradas al Niño Jesús de Messiaen: https://www.youtube.com/live/zR5BxWRinFc?si=iywEHyWuxxICzjw0

ACADEMIA DE MÚSICA ANTIGUA
México 500. Cinco siglos de música. El esplendor catedralicio, música para voces e instrumentos en la Nueva España: https://youtu.be/IApIdumlMKA?si=H5-KnD8F6xLfzGZc

MÚSICA TRAS FRONTERA
Núm. 45, Coppé y Hataken, Japón: https://youtu.be/yDMAQfQnbxw?si=wtr7u6djqOUxgLIw

Núm. 39, Hamilton de Holanda y Alexandre Ribeiro, Brasil: https://youtu.be/c1Rv46W0AA4?si=EEWyNPdCTP8ylJjb

Núm. 36, Kristín Anna Valtýsdóttir, Islandia: https://youtu.be/FJt3KhVxa2M?si=Nxa9zh7Uzr0OWAWl

Núm. 20, Leika Mochán y Gustavo Nandayapa, México: https://youtu.be/4UR0dt5uQps?si=As9lzv_KdU0uHGQC

MÚSICA OJUEM
Primera Temporada 2024, música de Estrella Cabildo, Geroge Gershwin, Wagner y Liszt: https://www.youtube.com/live/41VNKNFfrkk?si=iqRGCfjqMiP5f9D2

Tercera Temporada 2022, música de Beethoven, Chopin y Dvorak: https://www.youtube.com/live/op6Mj3W2bbo?si=fFc-3vuGiJi2kBuH

Recitales OJUEM 2021, música de Eduardo Gamboa, Schumann, Jan Dismas Zelenka (música de cámara): https://youtu.be/M9DYZIpyw00?si=aXEaCztzfb1DwxRH

LABORATORIOS SONOROS
Lista de reproducción del programa https://www.youtube.com/playlist?list=PLnT9Ou57tbdRUAYX4Bv0BXC_ZJXOnLRwO
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