Encuadre   
31 de julio de 2024

Respuestas humanitarias para personas en movimiento. La experiencia del Programa Casa Refugiados

Por: J. Gerardo Talavera Cervantes
TRABAJO DE EDUCACIÓN PARA LA PAZ
Muchas personas llegan a vivir a lugares como la Ciudad de México todos los días; los contextos de movilidad humana tienen múltiples fines, como pueden ser el turismo o los negocios. Hay un grupo de personas que llega a la Ciudad de México en busca de condiciones para construir un proceso de incorporación y, posteriormente, de integración y participación en las comunidades locales. Acciones desarrolladas por una diversidad de actores juegan algún papel en estas circunstancias. Programa Casa Refugiados A. C. (PCR) es una organización de la Ciudad de México que, desde sus orígenes como colectivo en 1998, ha apostado por transformar a las comunidades por medio del espacio de socialización que proporciona la educación para la paz a partir del trabajo comunitario. Después de una etapa como centro comunitario, la organización en relación con personas refugiadas. A mediados de la década de 2010 la necesidad de emprender acciones humanitarias deriva en la conformación de PCR como asociación civil e inicia su camino ya habiéndose separado de Amnistía Internacional. En 2015 arranca el programa humanitario que jugará un papel importante con las caravanas migrantes, que comienzan desde 2010 y después durante el periodo de pandemia por COVID-19.

Hoy, la asociación cuenta con cuatro centros activos que proporcionan albergue, asistencia humanitaria, talleres y otros servicios [ver recuadro]. La organización extiende su trabajo a las personas desplazadas por violencia que buscan protección internacional en México, realizando acciones humanitarias para desarrollar procesos de integración local, así como para promover condiciones para un adecuado ejercicio de los derechos derechos de las personas que decidan integrarse. Una de las principales funciones de PCR es la educación: se capacita y se imparten conferencias o pláticas sobre la condición de las personas refugiadas desde la perspectiva del refugio como derecho, y sobre cómo se materializa tal derecho en esta forma de migración, que recibe protección internacional.

Un objetivo muy importante de la organización es el de sensibilizar a la comunidad. La organización nace desde un espacio de educación y de trabajo comunitario, buscando que la comunidad se haga multicultural, que se creen espacios de coexistencia. Progresivamente hemos transitado hacia el trabajo humanitario. Es una vía inversa a la de la mayoría de las organizaciones de la sociedad civil —pongamos el ejemplo de Las Patronas [ver p. 164 de este número], que actúan desde lo humanitario, atendiendo en primer lugar una necesidad que detectan en las personas migrantes y desde ahí transitan hacia lo comunitario. PCR empieza desde la transformación de la comunidad, asumiendo que trabaja con personas que se quedarían en México; no hablamos de personas migrantes, sino de personas que buscan establecerse en nuestro país. Desde ahí se realiza el trabajo comunitario, de educación para la paz y de asistencia humanitaria.

Otro objetivo de la organización es el trabajo en redes, que se considera fundamental para lograr impactos. PCR trabaja con los trece albergues que existen en la Ciudad de México, con organizaciones que aportan asesoramiento jurídico, con las Naciones Unidas y con instancias de gobierno como la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados.

La Casita: Casa Espacio Refugiados
En el Jardín López Velarde –denominado también “Parque de la Interculturalidad”–, ubicado en una céntrica y muy transitada zona de la Ciudad de México, hay un espacio que es gestionado por el Programa Casa Refugiados desde la época en que éste trabajaba hombro a hombro con Amnistía Internacional. Mediante comodato, la Ciudad de México entregó el predio para construir La Casita como un centro de documentación y servicios sobre y para personas migrantes. Al darse la separación entre PCR y Amnistía Internacional, el comodato quedó bajo la gestión de PCR, pero a la fecha la renovación de los acuerdos respectivos está pendiente; los servicios y actividades continúan.

Con frecuencia se organizan ahí actividades por parte de distintas organizaciones y colectivos, pues la filosofía de PCR es la de permitir que las mismas personas usuarias se apropien de las instalaciones y los espacios, y los pongan en acción. En estas acciones participan personas refugiadas y organizan actividades como cajas de ahorro, talleres, acompañamiento a infancias y acciones interculturales.


PROGRAMA CASA REFUGIADOS Y LA UNAM
PCR mantiene vínculos con la UNAM, especialmente con el Seminario Universitario de Estudios sobre Desplazamiento Interno, Migración, Exilio y Repatriación (SUDIMER) y con distintas escuelas, facultades e institutos. Dicha relación es regular y dinámica gracias a la capacidad de colaboración de alumnas, alumnos y docentes para aportar y aprender en un contexto cada vez más complejo. Quienes se han formado en la UNAM y posteriormente se han sumado a propuestas de transformación de la realidad, como es PCR, han sido pilares para la supervivencia de miles de personas y para la construcción de paz. Estudiantes, académicos y académicas se han incorporado a la realización de obras solidarias y acciones de integración, sensibilización y agencia para la mejora de la comunidad.

PCR ha brindado apoyo a personas procedentes de más de cien países distintos. Muchas de esas personas huyen de conflictos armados en condiciones de emergencia. Como ejemplo, se han desarrollado buenas prácticas en el marco del apoyo brindado a un grupo de personas provenientes de Afganistán, sobrevivientes de un conflicto armado que las obligó a huir para salvar sus vidas. Las redes sociales personales les permitieron construir un puente de protección, con la colaboración de personas como Luciana Gandini, del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM y coordinadora del SUDIMER, Rodrigo Medellín, del Instituto de Ecología y Pedro de la Cruz, de la Escuela Nacional de Trabajo Social (ENTS). Se creó un grupo multidisciplinario interuniversitario que buscó transformar la realidad de las personas de reciente llegada, logrando generar aportes para reducir las situaciones de vulnerabilidad que vivían las familias antes de su llegada a México (enfrentaban retos vinculados al idioma y a la falta de información, tenían necesidades médicas, alimentarias y de habitación). De manera conjunta fue posible desarrollar acciones dignas que permitieran a las personas construir sus decisiones en las realidades de un nuevo país. Así, más allá del refugio y el alimento que PCR en alianza con otras instituciones puede proporcionar, iniciamos nuestras acciones de acompañamiento a las personas migrantes con una entrevista en la que brindamos información que les será útil en el proceso de toma de decisiones respecto de si continuar su trayecto o buscar la permanencia en México. Si se trata de personas refugiadas que pueden permanecer, PCR les brinda asesoramiento jurídico; si vienen acompañadas de infancias se inician procesos de educación pues en estas circunstancias la educación es protección: se trata de un acompañamiento humanitario que consiste en que no se interrumpa el proceso de educación por la situación migratoria. Y a las personas que deciden permanecer en México se les brinda acompañamiento en su proceso de integración local, en el cual PCR incluso aporta la certificación de habilidades, procesos de empleabilidad orientados a combatir la informalidad laboral que es también fuente de riesgos para las personas. Para esto tenemos un área de atención psicológica y un área de acción comunitaria que trabajan siempre buscando cambiar la narrativa que criminaliza a la migración. En resumen, se trata de acciones que empoderan a las personas migrantes.

Un ejemplo de colaboración que deja ver lo positivo de trabajar de manera conjunta entre la sociedad civil —concretamente el PCR— y la UNAM, es la serie de talleres que realizamos con docentes, alumnas y alumnos de la Escuela Nacional Preparatoria número 5, José Vasconcelos. También se han brindado talleres y conferencias para explicar las situaciones que enfrentan las personas en movimiento en los programas de licenciatura en relaciones internacionales, psicología y derecho. En colaboración con la ENTS se ha creado el Observatorio Internacional de Atención Humanitaria para Personas Migrantes, Refugiadas y Solicitantes de Asilo, espacio que es resultado de la necesidad de estructurar respuestas humanitarias con análisis críticos y con capacidad de documentación, donde sea posible estructurar y articular a distintos grupos que responden a las necesidades y problemáticas de las personas en movimiento. Entre las actividades que se desarrollan hay clases de idiomas, voluntariado y servicio social, prácticas profesionales, participación en foros, ferias interculturales, celebraciones y muchas cosas más.

PERSPECTIVAS DE LAS PERSONAS REFUGIADAS
La primera fase de nuestra intervención con personas refugiadas se enfrenta con un universo muy amplio. Damos asesoramiento e información inicial y acompañamiento a la integración, para un volumen muy grande de personas; hemos estado en las caravanas y en los campamentos en donde el volumen es enorme: estamos hablando de más de medio millón de personas que transitaron por la Ciudad de México el año pasado. Claro que PCR no puede aspirar a atender a ese medio millón; tratamos de dar tanta información como sea posible, aspiramos a que las personas que se acerquen tengan información. Calculamos que, de ese universo, un cuarenta por ciento decidirá permanecer en México y es esta población a la que brindamos acompañamiento para que pueda ser registrada como solicitante de la condición de refugiado, digamos unas doscientas mil personas, de las cuales un tercio son hombres y otro tercio son mujeres mayores de dieciocho años, es decir que, alrededor del setenta por ciento de las personas que atendemos, son mayores de edad. El otro treinta por ciento son personas menores de dieciocho años dependientes de las personas adultas. Ese tercio de la población es dependiente de las personas adultas así que trabajamos con familias: cerca de la mitad de las personas que acompañamos vienen en familia.

El acompañamiento para la integración local permite que estas personas tengan acceso a documentos —todos los trámites son gratuitos— para que puedan conseguir un empleo, servicios de salud, en fin, acceso al ejercicio de sus derechos. Si esto no sucede durante la primera etapa, a la llegada de las personas, se está poniendo en riesgo la posibilidad de integración. Sería como decirles que no hay condiciones para su integración en México, porque no les estamos dando las herramientas para que puedan conseguir un empleo. Si parte del contexto que les obligó a huir es la desigualdad, al llegar aquí estaría reproduciéndose esa desigualdad. Si no hay condiciones de integración, si el lugar no es el adecuado, probablemente vaya a haber una segunda o una tercera migración. O en el peor de los casos, un retorno al contexto del cual las personas migrantes buscaban alejarse en primer lugar.

Durante los dos últimos años, con las políticas adoptadas por diferentes gobiernos, se ha generado que muchas personas sean deportadas a México, cuando tendrán que ser deportadas a su país de origen. Pero estas políticas también han provocado retornos de personas que ya no van a querer volver a intentar trasladarse a ese país. Esto implica que tienen que iniciar un proceso de integración en México: no desean volver a su lugar de origen ni reintentar el paso a Estados Unidos: la alternativa es México.

EN SÍNTESIS
Los anteriores son ejemplos de la forma en que PCR, en conjunto con otras iniciativas ciudadanas y con la participación comprometida de diversas entidades de la UNAM, construye puentes que reconocen la complejidad y la dinámica de la realidad de las personas refugiadas. Estas pistas de colaboración son necesarias para visibilizar que, cuando las voluntades diversas y las intenciones por construir una realidad mejor se mezclan, los cambios surgen desde la construcción comunitaria.
J. Gerardo Talavera Cervantes es licenciado en ciencia política y maestro en derecho por la Facultad de Derecho de la UNAM; actualmente sigue estudios del doctorado en derecho en el Instituto de Investigaciones Jurídicas también en la UNAM. Se ha formado en procesos de acción humanitaria en instituciones como Harvard, Hispanics in Philantrophy, OXFAM LATAM y el Instituto Mora, entre otras. Desde 2018 es director del Programa Casa Refugiados.

Contacto con el Programa Casa Refugiados: @CasaRefugiados o correo contacto@casarefugiados.org
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