Experiencias   
15 de noviembre de 2024

Para ensanchar la mirada. Mi maestría en geografía en la UNAM

Por: Romyna Huamán
De Lima a la Ciudad de México
Fui becaria del Conahcyt para estudiar en la UNAM el Posgrado en Geografía, en el Instituto de Geografía de la UNAM del que acabo de egresar. Estudié la carrera de Geografía y Medio Ambiente en la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP), donde me gradué a fines de 2013 con el diploma de Bachiller en Geografía y Medio Ambiente. Posteriormente, en 2018, obtuve el título de licenciada en Geografía y Medio Ambiente. 

Después de terminar mi formación de pregrado (licenciatura) entré a laborar en el área de Sistemas de Información Geográfica del Ministerio de Educación del Perú (MINEDU); después estuve en el Registro Nacional de Identificación y Estado Civil (RENIEC); luego en el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) y finalmente en el Centro Nacional de Planeamiento Estratégico (CEPLAN), áreas —especialmente la última— en las que adquirí experiencia alrededor del tema de planeamiento estratégico y territorial. En el CEPLAN trabajé tres años como consultora; esta institución es la entidad rectora en cuanto a planeamiento estratégico en el Perú. Ahí la experiencia me hizo ver que muchos temas estaban relacionados con el desarrollo territorial, con el ordenamiento territorial, con la planificación territorial y con su gestión. Trabajando con gobiernos regionales y provinciales, me di cuenta de que eso era lo mío. Antes no sabía qué maestría estudiar. Cursé un diplomado en ordenamiento territorial en la Universidad Nacional Agraria La Molina, en el que aprendí bastante gracias a que participaban invitados de Colombia y otros países. 

Los avances de la investigación que presenté al diplomado me permitió leer trabajos procedentes de otros países sobre cómo va el ordenamiento territorial en Latinoamérica. Hice un análisis comparativo entre Colombia y el Perú y, gracias a las lecturas consultadas, me di cuenta de que uno de los países más adelantados en el tema era México. Incluso académicos colombianos se iban a México a estudiar y ahí nació mi interés. 

Volví a la PUCP a buscar consejo con mis profesores. Me acerqué al doctor Hildegardo Córdova, importante geógrafo integrante de la Sociedad Geográfica de Lima, y le expliqué mi interés por hacer una maestría, especialmente con énfasis en geografía económica. “Pueden ser dos”, me dijo; “yo te recomiendo la UNAM y la Universidad Nacional de Colombia”. 

En el Perú no existe un programa de doctorado en Geografía; hay uno de maestría, pero no está enfocado en el tema que me interesaba. Quería también estudiar en un país cuyo contexto fuera similar al peruano, tanto en lo social como en lo económico y lo geográfico, por lo que me pareció que sería bueno hacerlo en Latinoamérica, dado que la situación de vida y el contexto en general en Europa, por ejemplo, es diferente. Entonces las opciones eran México y Colombia, país con el que el Perú comparte la cordillera de los Andes. Algunos podrían pensar que con México quizá no somos tan parecidos (aunque yo creo que sí y mucho). 

Así que me puse a averiguar en internet. Entré, un poco tímidamente, a las páginas de la UNAM, empecé a llamar y me convencí —¡desde 2016!— de ir para allá. Me demoré dos años más y postulé en 2019, pero no ingresé la primera vez. Volví a intentarlo en 2020 y lo logré, además, con beca (en Colombia no existía esa posibilidad y yo no quería tener que trabajar a la vez que estudiar). Incluso tuve un problema porque al inscribirme me equivoqué y entré a geomática, pero como llevé cursos de geografía económica, un poco de geomática y ordenamiento territorial, al final el Comité Académico aceptó mi cambio a Ordenamiento Territorial de la Maestría en Geografía. 

La UNAM me aceptó en 2020, en plena pandemia, pero no pude viajar de inmediato pues mi mamá falleció y yo, la verdad, ya no quería postular. Como la situación de pandemia complicaba mucho las posibilidades de viajar, escribí dos cartas al Comité Académico del posgrado y tuve la suerte de que me guardaran mi lugar en dos oportunidades, hasta 2022, que fue cuando finalmente viajé. Terminé la maestría en 2024. Yo no quería estudiar a distancia; especialmente Geografía, que requiere estar en el territorio. No hay nada como lo presencial. En 2022 ya se reanudaban las clases físicas; algunas eran híbridas, pero la experiencia de estar ahí es otra cosa.

Ordenamiento territorial
En el Perú el tema del ordenamiento territorial enfrenta problemáticas complejas. Se basa en la zonificación económica-ecológica (ZEE), pero las opiniones de los especialistas están divididas, por lo que existen muchas diferencias, por ejemplo, con Colombia, donde ya se tienen planes de ordenamiento territorial terminados para casi todos los niveles de gobierno. Además está la polémica de cuál es la autoridad en la que recae la responsabilidad del ordenamiento territorial, si el Ministerio del Ambiente u otros. El Ministerio del Ambiente tiene una responsabilidad sectorial, mientras que el ordenamiento territorial es multisectorial, así que no es claro.

Había quienes opinaban que debía ser atendido por el CEPLAN, donde yo trabajé tres años. Otros proponían que el tema debía ser atendido por la Presidencia del Consejo de Ministros (una especie de coordinación del gabinete Ejecutivo peruano). En mi opinión, dada la cantidad de factores que intervienen, el ordenamiento territorial debe verse desde instancias multisectoriales y con gran capacidad de operación política. 

Cuando yo hice mis análisis, en otros países ya existían leyes, desde años atrás, de ordenamiento territorial, aunque la realidad de los territorios seguía igual ya que no habían mejorado mucho. Pero en el Perú ni siquiera había una ley por 
lo que considero que mi país está terriblemente atrasado en ese punto. Y no es que la ley vaya a resolver todos los problemas, pero es un punto de partida que en el Perú todavía no se da.

El Perú es territorio muy accidentado, de cordilleras y selvas. Durante los últimos años, la población ha seguido creciendo mucho lo que, sin ordenamiento territorial, hace que la gente se asiente de manera informal en quebradas que son muy susceptibles a los huaicos (aludes de lodo y escombros provocados por las lluvias y deshielos) y a desastres naturales como los grandes incendios forestales —está sucediendo actualmente en el norte y en la Amazonía—. Cada año, sobre todo en el norte y en la sierra, las lluvias tienen impactos negativos. Los caminos quedan bloqueados por huaicos y derrumbes. Si en México se sufre mucho con tormentas y huracanes, en Perú la temporada lluviosa provoca otro tipo de problemas: la gente se ubica en zonas poco adecuadas, vulnerables y queda en situación de riesgo. Si a eso añadimos la coyuntura política, todo se agrava.

¡Viva México! 
A mí me gusta mucho la UNAM. Es una universidad muy grande, una ciudad de verdad. Y el plan de estudios de mi posgrado me pareció estupendo porque refuerza la investigación. Todos los maestros tienen alto nivel. Me interesaron varias temáticas, por ejemplo, la geografía económica, algunos cursos tecnológicos y el análisis del territorio. Yo sentía que en la UNAM podría mejorar el tema académico; nos exigían leer mucho, textos que no había visto en mi formación en la PUCP; nos hacían analizar, redactar y elaborar trabajos académicos muy pulcros. Me pude dar cuenta de que la UNAM es un gran pilar para el desarrollo de México. Si el Perú tuviera una universidad de ese nivel, habría muchos proyectos increíbles porque, como peruana, puedo ver el potencial que tiene mi país. Tiene atractivos y recursos diferentes a los de México.  

Hoy, al cabo de todo el proceso, ya egresada, estoy haciendo la tesis sobre un tema relacionado con el geoturismo. Uno de los motivos por los que quería estudiar en México eran los geoparques mundiales de la UNESCO que ya existen en el territorio [ver UNAM Internacional No. 3, pp. 300-313] y tenía interés en conocer a las personas que los han gestionado. 

Para mí, estudiar geografía fue una decisión correcta en lo académico. Cuando fui a la región donde nació mi mamá en los Andes centrales del Perú, empecé a pensar en el territorio. Luego supe de una convocatoria del Instituto Geológico, Minero y Metalúrgico del Perú (INGEMMET) sobre geoparques. Empecé a hacer estudios, pasaba los fines de semana en la sierra, mientras estudiaba todavía en la PUCP, pensando en la posibilidad de desarrollo geoturístico ahí. La zona tiene recursos que pueden ser valiosos para el turismo, como algunas de las huellas de dinosaurios más grandes de Sudamérica. En 2012 me enteré de un concurso promovido por el INGEMMET sobre propuestas para establecer geoparques, por lo que empecé a revisar bibliografía e hice un trabajo de investigación. Aunque el proyecto del INGEMMET se suspendió, yo ya tenía la información y la aproveché, justamente, para realizar el protocolo de mi tesis de maestría. 

El principal campo de trabajo para geógrafos está en los sistemas de información geográfica (SIG), tanto en México como en el Perú; consiste en la elaboración de mapas, cartografía, manejo de datos, etcétera. En el Perú no es prioridad el turismo, antes está la minería y otras cosas. Pero yo quería seguir la ruta de la geografía del turismo, del potencial geoturístico y el protocolo de tesis al postular a la UNAM fue aprobado. He recibido un gran apoyo del Dr. Carles Canet, gestor del geoparque de la Comarca Minera, quien me ha facilitado información y ha visto parte de mi avance. Mi tema de tesis tiene dos ramas: geografía económica (que es la geografía del turismo) y geología (patrimonio geológico). 

Mi experiencia en México (conocí el geoparque de la Mixteca Alta) me ha ayudado a ver cómo se manejan estos grandes proyectos; es algo muy complicado, tiene que haber mucho apoyo institucional, interés de los gobiernos locales y de las agencias de cooperación. Lo que puedo rescatar es que la región de Huallanca, de donde viene mi familia materna, tiene  un importante patrimonio minero, geológico y paleontológico, así como historia minera (hay vestigios mineros de otras épocas). Además, está la dimensión cultural, las fiestas patronales en Huallanca, en julio (fiestas patrias en el Perú) y otras cosas. Gracias al apoyo de la UNAM he hecho una estancia de dos semanas en el INGEMMET donde establecí contacto con especialistas en geoparques y en geoturismo; es un proyecto que espero retomar pronto. Debo terminar de elaborar un inventario exploratorio de recursos geológicos turísticos. Huallanca es un distrito grande, hay cuatro microcuencas y las entrevistas me permitieron tener información de primera mano. La gente del distrito Huallanca conoce su territorio, aunque no son geólogos ni geógrafos, saben qué recursos tienen, dónde están y entienden lo que es una geoforma o un paisaje geológico. Las entrevistas me han ayudado a identificar nuevos recursos. En un comienzo me concentré en el tema geológico, en los recursos geológicos con potencial turístico. Pero con la experiencia adquirida en México he incluido también el tema cultural con base en el inventario de recursos turísticos que tiene Huallanca que, aunque no está actualizado (es de 2011), contiene la localización incluso de vestigios arqueológicos. En todo proyecto siempre tienes que incluir a la población, ellos saben mucho más sobre su territorio y generalmente desean que la gente vaya a conocerlo. 
Romyna Huamán es geógrafa peruana. Estudió en la PUCP y posteriormente realizó su maestría en Geografía en el Instituto de Geografía de la UNAM. Ha colaborado con entidades del Estado peruano como El MINEDU, el RENIEC, el INEI, y el CEPLAN. Es consultora independiente en temas de sistemas de información geográfica, análisis de información geográfica y planeamiento territorial.
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